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El naufragio emocional de un capitán indeciso

by PREMIUM.CAT
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Una travesía marcada por la confusión

Mi situación puede resumirse en una sola palabra: desorientado. Ésta no es una cuestión trivial; me encuentro en un momento crucial en el que las decisiones son más necesarias que nunca, pero la indecisión me paraliza. Mi embarcación, llena de cosas innecesarias, se ha convertido en una carga emocional que me hace sentir cada vez más ahogado.

El dilema de los objetos olvidados

Con cada objeto que me rodea, me pregunto: ¿realmente necesito todo esto? Hay varios trastos que han estado aquí durante tanto tiempo que se han convertido en parte de mi paisaje cotidiano, aunque su utilidad es un misterio. La idea de deshacerme de algunas de ellas me provoca una inquietud inusitada.

El peso del pasado

Mientras me encuentro al frente del barco, con el mar en mis manos, mi pensamiento se dispersa. Debería gozar del paisaje que me rodea y prepararme para la próxima parada, pero aquí estoy, inmovilizado y esperando una revelación que no llega. Las decisiones pendientes me mantienen atrapado en un laberinto de dudas.

Los violinistas y su inminente motín

Con el paso de los días, la situación se vuelve cada vez más insostenible. Los músicos que contraté parecen estar preparando un motín. Hace tiempo que no les oigo tocar, y el silencio se hace pesado. Su inquietud es palpable; se les debe un dinero que se acumula como las olas que amenazan a mi barco.

Un contrato inesperado

Recuerdo cómo los encontré una mañana cualquiera, navegando entre anuncios. Aquella frase pegajosa me atrajo: ‘¡Ponemos música a tu naufragio!’ Me dejé llevar y los contraté sin pensar en las consecuencias. Ahora, su ruido constante se mezcla con el llamamiento de mis preocupaciones.

La lucha por la supervivencia

La tensión a bordo es insoportable. Los violinistas se aproximan, exigiendo lo que les debe. El miedo al desmoronamiento se hace más real con cada petición. Miro a mi alrededor, buscando una solución, un plan que pueda ayudarme a restablecer el equilibrio del barco.

Reorganizar el barco

Uno de los violinistas sugiere redistribuir el peso del barco. Su idea me hace reflexionar. Quizá sea hora de empezar a mover las cosas, de hacer un acto de purificación. Con algo de ayuda, empezamos a reordenar el espacio, a eliminar lo que no necesitamos. Y, sorprendentemente, el barco comienza a reflotar.

Un nuevo comienzo

Con cada movimiento, me siento más ligero. La carga emocional se disuelve, y con ella, mi indecisión. El barco se reanima, y ​​por primera vez en mucho tiempo, siento que puedo avanzar. Quizás, sólo quizás, estoy a punto de descubrir un nuevo horizonte.

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