No se trata de caridad, sino de derecho fundamental. Esta es la idea que presidió ayer la tercera conferencia coloquio En Clau de Futur, organizada por El Punt Avui con el apoyo de la Fundación «la Caixa», bajo el título Hacia la inclusión social en el ámbito laboral. El periodista Jordi Grau moderó el debate entre tres expertos en la materia: Francesc Ventura, adjunto a la dirección del área de Inclusión Social de la Fundación «la Caixa», que impulsa el programa Incorpora; Núria Pi, responsable del área de Comunicación y Formación de la Fundación Support-Girona, y Pepita Perich, directora general de la Fundación Ramon Noguera de Girona.
Un derecho y un deber
Los ponentes coincidieron en destacar la importancia que tiene para las personas con discapacidad poder acceder al mercado de trabajo, ya sea en el sector ordinario o en el protegido, para conseguir su autonomía económica, social y personal. Por eso, reclamaron más recursos para las entidades del tercer sector que trabajan por este colectivo, así como para el sistema educativo, que todavía no está adaptado a sus necesidades. También defendieron que el trabajo, además de ser un derecho, es un deber que implica una responsabilidad y contribución a la sociedad.
Libertad de elección
Uno de los aspectos que más subrayaron los expertos fue el de la libertad de elección de las personas con discapacidad a la hora de decidir qué quieren hacer con su vida, tanto a nivel laboral como personal. En ese sentido, denunciaron las actitudes paternalistas y sobreprotectoras que a menudo se dan con este colectivo, tanto desde la justicia como desde las familias. Recordaron que la Convención de la ONU para los derechos de las personas con discapacidad y la ley de integración social de estas personas reconocen su derecho a elegir y tener redes de apoyo para ejercerlo. Por eso, pidieron que se rompan los falsos mitos y estereotipos que todavía persisten sobre la discapacidad, como su incapacidad para asumir determinadas tareas o aguantar una jornada laboral completa.
Diversidad y competitividad
Los conferenciantes también pusieron de manifiesto que la diversidad de las plantillas es un factor de competitividad para las empresas, que cada vez más valoran el talento y conocimiento que aportan las personas con discapacidad. En este sentido, explicaron que el programa Incorpora de la Fundación «la Caixa» ha detectado un cambio de mentalidad en las empresas, que ya no contratan a este colectivo por una cuestión de responsabilidad social, sino por una cuestión de recursos humanos. Citaron un estudio de la Universidad Hopkins de Baltimore (Estados Unidos) que indica que la generación Z, formada por jóvenes de entre 20 y 30 años, tiene incorporado el valor de la diversidad y busca liderazgos más inclusivos.
Girona, un modelo de referencia
Otro de los puntos que destacaron durante la conferencia y coloquio fue el papel de las entidades del tercer sector, que trabajan sin ánimo de lucro para las personas con discapacidad y que necesitan el apoyo de la administración y el tejido empresarial para llevar a cabo sus proyectos sociales. En este ámbito, los ponentes elogiaron el modelo de Girona, donde existe una buena complicidad entre los diferentes agentes implicados y un trabajo en red que facilita los procesos y los servicios. Pusieron como ejemplo la proximidad que existe con la justicia, que permite conseguir más asistencias de apoyo y más sentencias favorables al derecho de elección de las personas con discapacidad. También destacaron los datos de empleo de este colectivo en las comarcas gerundenses, donde hay casi dos mil personas trabajando en medio millar de empresas, y el nuevo ámbito de inserción que representa el autoempleo, en el que la Fundación «la Caixa» ha acompañado a 85 personas desde 2017.
Retos pendientes
Por último, los tres expertos fueron críticos con algunos aspectos que todavía quedan pendientes para mejorar la situación de las personas con discapacidad. Uno de ellos fue la revisión de la ley de integración social del minusválido (LISMI), que data de 1985 y que establece que las empresas de más de 50 trabajadores deben reservar plazas para este colectivo. Según los ponentes, esta ley es demasiado rígida y no se adapta a la realidad actual, en la que muchos trabajadores con discapacidad no cobran un sueldo, sino una prestación social. Otro fue la educación, que a su juicio no es inclusiva por falta de recursos y de voluntad política. «La administración de Educación no cree y eso genera aún más discapacidad», afirmó Pepita Perich. La gran conclusión de la jornada la resumió el moderador, Jordi Grau, en el sentido de que no hay que juzgar a las personas por su discapacidad y que hay que defender sus derechos trabajando en red y desde el territorio.