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El poder de la botella de cava

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La botella de cava: una amiga inesperada

Una vez, una amiga me confesó que «sin querer me lo tiré». Yo le levanté el pantalón: iba depilada. «Con una botella de cava», añadió, y reímos las dos. **Donde no hay vino, no puede haber amor** decía Eurípides. Me pregunto cuántos matrimonios se sostienen gracias a la botella de vino compartida los sábados. No hace falta que conteste, si su amor se convierte en un recipiente vacío, pero lleno de emociones. «Con vino, el amor es fuego» dijo Ovidi. Hay un dicho italiano que dice: «non puoi avere la botte piena y la moglie ubriaca» (que no puedes tener la botella llena y la mujer borracha). Los octavos eran un juego erótico de la Magna Grecia que consistía en beber tantas copas de vino como letras tenía el nombre de la amada (porque en aquella democracia no entrábamos las mujeres). ¡Con las nueve letras de mi nombre habría tumbado a todo el mundo!

El vino: una bebida con dos caras

Haré como las pinturas de Toulouse-Lautrec, sin juzgar con paternalismos ni sentimentalismos. Hay heteros con puntazos. Es decir, que una vez bebido, es decir, cuando no estás al 100% de tus facultades, existe una licencia fluida para experimentar con tu mismo sexo. ¿Podríamos decir que somos vi-sexuales en vez de bisexuales?

Dionisio es un dios que ha nacido dos veces. El primero, del vientre de su madre Sémele y el segundo, del muslo de su padre Zeus. Por eso, el vino también tiene dos caras: la cultura y la droga. Me gusta diferenciar las bebidas fermentadas de las destiladas. Recordamos que una cerveza tiene aproximadamente 5 grados; el vino, unos 13, y los destilados, un 43. Todo es aproximado, porque el 13% del vino, con el cambio climático, en algunas zonas ha subido incluso un grado. Pura física: a mayor insolación, más azúcares, que —con la fermentación— aumentan el grado alcohólico. ¡Tú puedes ir caliente o caliente, pero la birra debe estar bien fría!

El vino y el alcohol: entre la desvergüenza y la contradicción

En noches de fiesta en el Sutton, el alcohol hace a la gente desvergonzada. **In vino veritas**, decía Plinio el Viejo, pero **in vodka di piú** piensan algunos jóvenes, hasta llegar al coma etílico. Y no hablemos de las botellas mágnums que hay en los reservados. Napoleón Bonaparte decía: «¡Champán! En la victoria, lo mereces; en la derrota, lo necesitas». También Lilly Bollinger decía que las burbujas hacían a las mujeres más bonitas. Quizás es que simplemente las veían dobles. Mi preferida, por realista, es de Honoré de Balzac «Todas las relaciones comienzan con champán y terminan con una infusión».

El vino: una pasión con doble cara

El vino tiene dos caras: la cultura y la droga. Para hablar del vino y el amor, el maestro es Omar Khayyam y sus cuartetos Robaiat. La mística sufí es un gran coupage de culturas donde se toma la parte más romántica, hedonista y espiritual del vino. El poeta del vino y las rosas le llamaban. En el Libro de buen amor del Arcipreste de Hita ya nos contaba cómo Venus y Baco eran inseparables. «Todos somos mortales, hasta el primer beso y la segunda copa de vino», resume Eduardo Galeano.

El vino: una tentación con consecuencias

El alcohol ha hecho que mucha gente perdiera la vida al volante o ha hecho perder la vida a los demás, que es peor. Por eso me preocupa que, aparte de lo que significa el caso Alves, el alcohol sea el atenuante del sexo no consentido (es decir, una violación) cuando no lo es de un accidente de coche. O es la excusa para cometer una infidelidad y no lo sería, por inadmisible, para un caso de pederastia. ¿Se puede ser salvador y verdugo a la vez?

El vino: una pasión con riesgos

El vino me lo ha dado todo. Mi pasión, mi trabajo, mis amigos… Incluso podríamos decir que mis hijos (ya que gracias a que degusté el vino que hacía su padre en una feria, ¡han llegado a existir!). Pero soy consciente de que el alcohol también podría tomarlo todo. Mi pareja es exalcohólica (sí, abstenerse de los chistes fáciles) y pese a que lleva cinco años sin beber, la recaída podría ser mortal. No puede ni tomar una cerveza 0,0% o una salsa donde se haya puesto oporto, para no despertar al monstruo. Todo el mundo le pregunta por qué no puede ni brindar, y nunca preguntamos si los que beben, después utilizarán el transporte público. Es el mundo al revés.

El vino: una bebida con múltiples dimensiones

El vino, lo queremos (y lo defendemos) para maridar la gastronomía, situaciones vitales y el arte. El alcohol es pura contradicción. Te calma y te anima. Te hace hablar con los demás y te ayuda al diálogo interno. Un poco como el tabaco, que te despierta, que te duerme, te da hambre y te la quita a la vez. ¡Y tiene el superpoder de hacerte más hetero y más gay! ¿Seguiremos dándole protagonismo a nuestras vidas hasta acabar siendo personajes secundarios? Así siempre podemos decir, para hacernos perdonar, que íbamos un poco bebidos, pero no mucho.

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