Un nuevo curso para Europa
A principios de año, la Comisión Europea dio un paso significativo hacia una reestructuración de su política económica. El nuevo plan, conocido como la «brújula de la competitividad», se ha centrado en la necesidad de reducir la regulación del Pacto Verde Europeo, una iniciativa que busca combatir el cambio climático.
Un plan de inversión sin precedentes
Solo dos meses después, la comisión anunció un ambicioso plan de defensa valorado en € 800 mil millones. Esta inyección de fondos incluirá préstamos de € 150 mil millones para defensa, mientras que los 650 mil millones restantes serán financiados por los Estados miembros. Además, se promoverá que estos gastos no se incorporarán al déficit oficial de los países.
La realidad del déficit
Sin embargo, este enfoque tiene un dilema significativo: para los mercados internacionales, el déficit resultante de los gastos de defensa seguirá siendo una carga real, causando un aumento en los costos de la deuda. Esto podría resultar en serias repercusiones para las finanzas de los estados europeos, especialmente en países con una alta deuda.
Una estrategia en duda
Esta estrategia, que recuerda a las propuestas del político alemán Friedrich Merz, podría conducir a los costos que son insostenibles si los estados deciden adoptarlo. La incertidumbre sobre su aplicación efectiva, especialmente en lugares como España, agrega una capa de complejidad a la situación.
Una Alternativa Viable
Sin embargo, hay una solución que podría permitir a Europa avanzar en su inversión en defensa sin aumentar el déficit público. Esta propuesta es reducir sustancialmente la inversión en el acuerdo verde y redirigir los fondos restantes hacia la innovación tecnológica.
Revisión del presupuesto climático
Según el politólogo danés Bjorn Lomborg, la Unión Europea asigna entre el 20% y el 33% de su presupuesto para las políticas climáticas. Solo el año pasado, la UE invirtió 367 mil millones de euros en productos sostenibles, principalmente de China, lo que plantea dudas sobre la viabilidad de este modelo.
Impacto y competitividad
Lomborg enfatiza que Europa ya ha contribuido significativamente a la mitigación del cambio climático, pero continuar con una transición energética excesivamente subsidiada tiene poco impacto en la temperatura global. De hecho, las proyecciones sugieren que si la UE redujo sus emisiones a cero, el resultado sería una disminución imperceptible de solo 0.017 grados Celsius para 2050.
Un futuro sostenible
La política actual del gasto climático no solo se justifica mínimamente debido a su efecto en el calentamiento global, sino que también daña la competitividad de las economías europeas, especialmente que afecta a las clases intermedias y trabajadoras. Lomborg propone una solución doble: reducir el gasto en transición verde e invertir en innovación y defensa, creando así un enfoque equilibrado y sostenible.