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La Santa Misa Crismal en la Basílica de San Pedro del Vaticano

by PREMIUM.CAT

Hoy 28 de marzo, Jueves Santo del Año de la Plegaria, ha tenido lugar en la basílica de San Pedro del Vaticano la Santa Misa Crismal, celebrada por el papa Francisco.

La invitación a volver a San Pedro ya sus lágrimas

El papa Francisco ha ofrecido su reflexión ante unos cuatro mil fieles y mil quinientos sacerdotes, y se ha concentrado en la curación del corazón de Pedro, la curación del Apóstol y la curación del Pastor, que son posibles cuando, “heridos y arrepentidos, nos dejamos perdonar por Jesús. Dirigiéndose especialmente a los sacerdotes, Francisco ha centrado su homilía en una palabra quizás “pasada de moda”: la compunción.

La compunción, una punción en el corazón

Francisco ha explicado que la compunción es una punción en el corazón, un pinchazo que le hiere y que hace brotar lágrimas de arrepentimiento. No es un sentimiento de culpa que nos echa al suelo, sino un aguijón benéfico que arde por dentro y cuidado. Cuando el corazón se da cuenta del propio mal y se reconoce pecador, se abre y acoge la acción del Espíritu Santo, agua viva que le sacude, haciendo correr las lágrimas sobre el rostro. Quien se quita la máscara y deja que Dios mire su corazón, recibe el don de estas lágrimas, que son las aguas más santas después de las del Bautismo.

La compunción, el antídoto contra la esclerosis del corazón

El papa Francisco ha destacado que la compunción es el antídoto contra la esclerosis del corazón, contra esa dureza del corazón que tanto denunció Jesús. Un corazón sin arrepentimiento ni lloros se vuelve rígido, intolerando con los problemas y las personas le son indiferentes. La compunción pide esfuerzo, pero restituye la paz.

La compunción, una oración sencilla e íntima

Francisco ha señalado que en la vida espiritual, cuenta hacerse como niño, porque quien no llora retrocede, envejece por dentro. Quien alcanza una oración más sencilla e íntima, hecha de adoración y conmoción ante Dios, madura. Se vincula menos a sí mismo y cada vez más a Cristo, y se hace pobre de espíritu. De este modo, se siente más cercano a los pobres, los predilectos de Dios.

La compunción, solidaridad con los demás

El Papa ha destacado que un corazón dócil, liberado por el espíritu de las Bienaventuranzas, se inclina naturalmente a hacer compunción por los demás. En lugar de enfadarse o escandalizarse por el mal que cometen los hermanos, llora por sus pecados.

La compunción, amor y lágrimas por quienes están alejados

Francisco ha pedido a los pastores que no juzguen despectivamente a quienes no creen, sino que los quieran y lloren por quienes están alejados. Las situaciones difíciles, la falta de fe y los sufrimientos que se encuentran en contacto con un corazón compungido no suscitan la determinación en la polémica, sino la perseverancia en la misericordia.

La compunción, una gracia a pedir en la oración

Francisco ha destacado que la compunción no es el fruto de nuestro trabajo, sino una gracia que hay que pedir en la oración.

Dos consejos finales

El Papa ha compartido dos consejos finales: no mirar la vida y la llamada en una perspectiva de eficacia e inmediatez, sino ampliar los horizontes para dilatar el corazón y experimentar la compunción, redescubriendo la necesidad de dedicarse a una oración gratuita, serena y prolongada.

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