Introducción
La oferta pública de adquisición hostil lanzada por el BBVA sobre Banco Sabadell hace unas semanas ha vuelto a poner en el punto de mira del debate público las concentraciones bancarias. Por eso es un buen momento para repasar los efectos de estas operaciones y sus salvaguardias institucionales a nivel comunitario.
Efectos de las concentraciones bancarias
Una operación de consolidación bancaria puede estar motivada por diversas razones, y sus efectos también pueden ser diversos. En primer lugar, una entidad con mayor volumen puede contar con una cartera de préstamos más diversificada, lo que puede incidir de forma positiva en su riesgo de quiebra. El hecho de disponer de una mayor base de activos también puede abrirles la puerta a contar con mayor liquidez, ya que estos activos pueden ser ofrecidos como colateral para acceder a mecanismos de financiación. Desde un punto de vista operativo, una entidad mayor también puede verse beneficiada de economías de escala y ciertas sinergias internas, lo que puede contener sus costes y realizar la operativa más eficiente, contribuyendo a reducir el exceso capacidad y mejorar los niveles de rentabilidad.
Desde un punto de vista geográfico, las consolidaciones bancarias también pueden contribuir a mitigar el riesgo específico vinculado al ciclo económico de cada país. Así, ante un choque económico que tenga relevancia en un solo Estado, contar con una base de activos y negocios en otras geografías puede mitigar sus efectos adversos. También puede contribuir a la integración financiera de la unión monetaria. Sin embargo, la mayoría de operaciones de concentración se han producido, y previsiblemente se seguirán produciendo, entre entidades bancarias del propio Estado. Por eso siempre ha habido cierta voluntad de las autoridades comunitarias para incentivar fusiones transnacionales para crear mecanismos alternativos para mitigar los riesgos. El propio BCE reconoce que «la consolidación transfronteriza puede contribuir a una mayor diversificación del riesgo e integrar los mercados financieros», pero que «no es su función directa promover activamente (o evitar) cualquier forma de consolidación bancaria». Una mayor concentración en este sector también puede hacer que haya uno más entidades consideradas sistémicas.
Salvaguardias institucionales a nivel comunitario
Estos elementos hacen que a menudo existan intereses contrapuestos entre las autoridades monetarias y/o de supervisión financiera, y las autoridades de la competencia. La función de las primeras es velar por la estabilidad financiera y minimizar desequilibrios que lleven a situaciones con un impacto macroeconómico pronunciado, como el observado durante la crisis económica de finales de la primera década de este siglo. La función de las segundas es garantizar unos adecuados niveles de competencia en el mercado y evitar los acuerdos entre competidores así como los abusos de posición dominante. Una excesiva concentración a nivel bancario puede ir en detrimento de los consumidores, en forma de mayores precios o menor variedad de productos disponibles.
La Unión Bancaria y el futuro
Hay que tener en cuenta que a nivel comunitario todavía no se ha terminado de materializar la Unión Bancaria. Si bien es cierto que se dispone de dos pilares fundamentales como son los mecanismos de supervisión y resolución únicos, que tienen como objetivo, respectivamente, centralizar la supervisión de las entidades financieras y gestionar las crisis bancarias de forma ordenada, el último pilar todavía está por construir. En 2015 la Comisión formuló una propuesta sobre el establecimiento de un Sistema Europeo de Garantía de Depósitos a nivel comunitario. Esta iniciativa se quedó en un cajón, y por el momento no ha vuelto a reactivarse. Veremos si los nuevos órganos de gobierno surgidos de la nueva legislatura comunitaria que se iniciará después de las elecciones del 9 de junio, vuelve a darle impulso.
