Una Introducción al Mundo del Western
Cuando entramos en la Sala Flyhard para ver Breve introducción al western ‒estará hasta el 24 de junio‒, tres de los intérpretes están ya en escena. Antes de meterse en sus respectivos personajes, cantan My Rifle, Pony and Me, de la película Rio Bravo (1959), que nos sitúa en unas coordenadas culturales muy concretas. La escenografía de Anna Tantull, sencilla pero muy bien pensada, cuenta con un banco, una silla y un taburete, todo muy rústico, de una madera a juego con los listones que recubren media pared al estilo saloon ‒la parte superior hará de pantalla‒; sobre el otro muro, recubierto de carteles de películas del Oeste, se adosan cinco butacas de cine. La obra de Joan Yago no es un western, pero este género fílmico -mucho del gusto de Lázaro García, que dirige el espectáculo- sirve contextualmente para hablar de cuatro hombres que cabalgan solos y sin ánimo. La evocadora ambientación -en uno de los laterales hay un poco de tierra y todo- ayudará a iluminar algunos aspectos de la interacción.
Un Grupo de Hombres en Crisis
La acción se sitúa en una época de crisis y recortes. En el programa de sala, Yago da la referencia del año 2012, aunque la obra la terminó de escribir en el 2016. La conducta suicida de un ciudadano desesperado por su extrema situación de precariedad y por la intemperie en que lo ha dejado el sistema –hace pensar en el caso de Mohamed Bouazizi en Túnez– desencadena una ola solidaria de protestas entre la ciudadanía e impacta en las vidas de cuatro hombres de una misma familia. El padre, funcionario de una Oficina de Trabajo, se ha visto involucrado: después de informar a un usuario que no podía cobrar el subsidio de paro, ha sido agredido; más tarde, supo que el hombre había estampado un coche contra la oficina. Y, aunque nadie le inculpa ni le pide explicaciones, se siente en el ojo del huracán. Pepo Blasco realiza una composición muy completa y creíble de este servidor público que, superado por la situación, pasa por estados como la incredulidad, la ira, la consternación y la impotencia. Tras la dureza de la pose, se vislumbra una fragilidad de la que se avergüenza.
Explorando la Masculinidad Frágil
La obra explora con ternura y empatía la masculinidad frágil de cuatro perdedores condenados a apoyarse en un mundo inhóspito. Tanto al padre como al hijo les cuesta salir de casa e implicarse en el entorno. Atrapados como están en la rabia y la inacción, se intercambian reproches de lo más reveladores: cada uno proyecta en el otro lo que más odia de sí mismo. Por si fuera poco, de vez en cuando les visita el tío Toni, un hombre depresivo que se siente malogrado y se refugia en terapias y actividades diversas para hacer un poco más pasadora la vida. Demasiada pendiente de sí mismo, sobrepasado por la angustia, se declara incapaz de ayudar a nadie. Oriol Guinart, que lo interpreta, nos lo muestra inestable y suspicaz, con obsesiones bien arraigadas, un rencor impotente y una lucidez que nadie le reconoce.
El Imaginario del Oeste Americano
En el texto, publicado dentro del Teatro reunido de Joan Yago (Arola Editors, 2021), cada una de las escenas lleva el título de un western, y existe algún tipo de relación difusa entre la referencia fílmica y la peripecia o deriva de los personajes en la secuencia. El imaginario del Oeste americano ya no define a estos hombres, pero de alguna manera los paraliza. Y avala, como marco mental enormemente limitador, la polarización maniquea entre buenos y malos que todavía hoy condiciona la recepción de ficciones y tiene muchísima fuerza en las redes sociales. Sobre el muro de la Flyhard se proyectan, entre otros, fragmentos de las películas El gran robo del tren (1903) y Grup salvatge (1969), la fotografía de la firma del tratado de Fort Laramie y los retratos de Tatanka Iyotake y Buffalo Bill.
Una Mirada Tierno y Empática
La obra explora con ternura y empatía la masculinidad frágil de cuatro perdedores condenados a apoyarse en un mundo inhóspito. Se apodera de ellos una devastación callada, una «violencia sin rabia» que es «como el colesterol». En este sentido, resulta brillante –en cuanto a interpretaciones, sobre todo– el momento en que el tío comparte una anécdota y su hermano, por mucho que se esfuerza, no sabe cómo interesarse genuinamente. El abuelo, después de un rapto de lucidez ‒“Antes éramos pobres y ahora estamos en crisis”‒, se hunde de nuevo en un espacio mental que irrumpe, cómicamente y efectista, en la interacción realista de los demás. La referencia a la Danza de los Espíritus impacta en la reunión familiar y dispara las analogías con la fuerza de una revelación. ¿Es posible cambiar de bando? ¿Intentar rehacer los puentes? It’s time for a cowboy to dream…