La Iglesia enfrenta varios retos
Después de las fiestas del Señor, llega el momento de regresar a la vida cotidiana. Es en este contexto cuando la Iglesia se enfrenta a varios retos que nos hacen cuestionarnos.
La Iglesia ‘agobiada’
Uno de los retos es la Iglesia ‘agobiada’, que se encuentra en medio de una gran demanda de atención de muchas personas. A veces, esta demanda toma la forma de muchas ‘ovejas sin pastor’ a las que no sabemos cómo acercarnos. Además, también nos enfrentamos a cuestionamientos, acusaciones y griterío que intentan desviar la atención del mensaje de Jesús. Esta situación nos hace ver que vivimos en un tiempo en el que nuestras comunidades y movimientos están prisioneras de estructuras, patrimonios y organizaciones que, en lugar de facilitar la pastoral, la obstaculizan.
La Iglesia comunitaria
Otro reto es la Iglesia comunitaria, que debe ser nuestra casa y simultáneamente casa de todas las personas, independientemente de su procedencia y pensamiento. Es importante que estemos dispuestos a cumplir la voluntad de Dios y ser una comunidad unida, sobre todo en la liturgia. Nuestras comunidades son cada día más diversas y coloridas, ya que llegan muchos cristianos de todo el mundo. Debemos resistir la tentación de encerrarnos en vínculos familiares, nacionales o culturales. Como dice el papa Francisco, nuestro reto es acoger, proteger, promover e integrar sin paternalismos.
La lucha contra el mal
El tercer reto es la lucha contra el mal, que se manifiesta en distintas formas. En el evangelio de Marcos, vemos cómo el mal se presenta en forma de acusaciones injustas contra Jesús. También vemos cómo el mal se manifiesta en la falta de responsabilidad y en la tendencia a culpar a los demás. Este mal aparentemente banal es la causa de la desigualdad, la injusticia y la muerte. Debemos luchar activamente contra ese mal.
Confianza en la palabra del Señor
Pese a los retos que nos enfrentamos, podemos confiar en la palabra del Señor. Como dice el salmo, ‘son del Señor el amor fiel y la redención generosa’. Debemos confiar en ese amor y en esta redención para superar los obstáculos y vivir con fidelidad el seguimiento de Jesús.