La influencia de la dieta en la mortalidad global
Un estudio científico revela que la mala alimentación tiene un impacto significativo en la mortalidad mundial, superando incluso al tabaquismo. El consumo excesivo de sodio y la carencia de cereales y frutas son identificados como factores principales que contribuyen a esta tendencia alarmante. Publicado en 2019 en la revista The Lancet, el estudio indica que en 2017, aproximadamente 1 de cada 5 muertes a nivel mundial estaban relacionadas con una dieta deficiente. Estos datos ponen de manifiesto la importancia crítica de seguir una dieta equilibrada y saludable para la prevención de enfermedades.
La importancia de las elecciones alimentarias
Para contextualizar estas cifras, en el mismo año se registraron casi 10 millones de muertes causadas por todos los tipos de cáncer y 6 millones provocadas por el tabaquismo. Además, el número de personas fallecidas por cuestiones de dieta ha aumentado de 8 millones en 1990 a 11 millones en 2017. Entre los factores dietéticos analizados por los autores del estudio, se destacan el bajo consumo de alimentos saludables como la fruta, la verdura, la leche, la fibra o el omega-3, así como el exceso de consumo de alimentos como la carne roja, las bebidas azucaradas, los ácidos grasos o la sal.
Variabilidad según las regiones
El estudio analiza 195 países divididos en 21 regiones distintas y revela que ninguna de estas regiones cumple los requisitos ideales en los 15 factores dietéticos analizados. El país con el índice de mortalidad vinculada a una mala alimentación más bajo es Israel, con 89 muertes por cada 100.000 habitantes. En contraste, Uzbekistán presenta el índice de mortalidad más alto del mundo, con 892 muertes por cada 100.000 habitantes. Estos datos ponen de manifiesto la variabilidad significativa en las elecciones alimentarias y sus repercusiones en la salud a nivel mundial.
Factores específicos según cada país
Pese a las causas de mortalidad similares a nivel mundial, cada país presenta sus propias particularidades. Por ejemplo, en países como China y Japón, la principal causa de muerte es el consumo elevado de sodio, mientras que en Estados Unidos o Brasil, la principal causa es el bajo consumo de cereales integrales. Además, la disponibilidad y el coste de los alimentos también juegan un papel crucial en las elecciones alimentarias y, por tanto, en el índice de mortalidad relacionado con la dieta.