El continuo debate sobre el regreso de Puigdemont
Ante la posibilidad de una convocatoria para una sesión de investidura, surge la inquietante pregunta: ¿Debería Carles Puigdemont, quien se encuentra en un exilio autoimpuesto desde finales de 2017, regresar a Catalunya, a pesar de la amenaza latente de ser detenido y encarcelado? Este interrogante está en el centro de múltiples charlas y análisis acerca del tumultuoso panorama político que define a Catalunya, especialmente en este verano inusual, donde la inestabilidad climática parece reflejar también la situación sociopolítica. La primera respuesta oficial que se obtiene de Junts per Catalunya sugiere que el presidente debe retornar, ya que su ausencia podría interpretarse como una falta de lealtad a su palabra, un incumplimiento que sus detractores no dudarían en señalar.
Las complicaciones de la actual investidura
En este momento, el socialista Salvador Illa parece ser el candidato con mayores oportunidades de lograr la investidura, aunque los términos del pacto que negocia con Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) son complejos. La falta de propuestas contundentes en términos de financiación, más allá de la reactivación del consorcio tributario creado tras las rebajas del Estatut de 2006, y la incertidumbre sobre el apoyo de la militancia de ERC para cualquier acuerdo interino liderado por Marta Rovira, complican aún más la situación.
La perspectiva de Junts respecto al regreso de Puigdemont
De acuerdo a la narrativa dominante en Junts, la obligación de Puigdemont es volver a Catalunya. A pesar de que los magistrados del Tribunal Supremo, Pablo Llarena y Manuel Marchena, han hecho ajustes en las interpretaciones del delito de malversación para evitar la posibilidad de amnistía, la estrategia de sus abogados sería solicitar medidas cautelares para garantizar su libertad mientras se analizan los detalles del caso. Sin embargo, en los últimos días, ha habido un creciente consenso en ciertos ámbitos políticos y mediáticos que sugiere que permitir que el Estado le capture y le enjuicie podría ser contraproducente. Puigdemont ha logrado evadir el encarcelamiento durante estos siete años, y muchos se cuestionan qué se conseguiría al aceptar lo que antes él consideraba injusto.
Simbolismo del retorno
Desde finales de 2017, Puigdemont ha protegido no solo su propia persona del sistema judicial español —a su juicio, injusto—, sino también la figura simbólica de la presidencia de la Generalitat, que fue suspendida por el Estado bajo el artículo 155 de la Constitución. La identidad entre el individuo y la institución es crucial: su detención significaría un ataque a un poder legítimamente reconocido de Catalunya. Bajo esta perspectiva, la soberanía catalana, aunque limitada por el régimen autonómico español, se vería aún más comprometida.
Importancia del contexto actual
Si Catalunya fuese un Estado independiente y soberano, la situación sería muy distinta. El actual contexto política ha puesto en cuestión la llamada revolución de las sonrisas y el referéndum del 1 de octubre de 2017. Por lo tanto, el retorno de Puigdemont no se reduce únicamente a una decisión personal, sino que afecta la percepción de la institución que representa.
Consecuencias de un posible regreso
En caso de ser investido de nuevo como presidente de la Generalitat, la relevancia de la presidencia se restauraría. Esto no invalida los mandatos de sus predecesores, como Quim Torra o Pere Aragonès, que actuaron legítimamente en su tiempo. Como una mera hipótesis, podemos comparar esta situación a lo que habría sucedido si, durante el exilio de Josep Tarradellas, el Parlament se hubiese reinstaurado sin permitir el regreso del presidente. Sin embargo, Puigdemont había anticipado su regreso para la investidura: primero para su propia, luego para el conjunto de investiduras necesarias.
¿Qué decisión tomará ERC?
El núcleo de la cuestión no es solo el regreso de Puigdemont, sino si ERC facilitará una investidura a corto plazo, sea del presidente en exilio o del líder socialista. ERC tiene la capacidad de activar un mecanismo que determine la presencia de Puigdemont, y de esa manera, reapropiarse simbólicamente de la presidencia. Su apoyo a Puigdemont, por ejemplo, sería decisivo. Si ERC otorga su respaldo a la candidatura de Puigdemont, será complicado posteriormente respaldar a Salvador Illa en otro intento de investidura, lo que genera una disyuntiva política considerable para ER.
Implicaciones para la coalición entre ERC y el PSC
Si ERC decide apoyar a Illa, asume la responsabilidad de las repercusiones negativas que esto conllevaría dentro del electorado independentista. Si, en cambio, se alinea con Puigdemont, incluso si lleva a su detención, acertaría su compromiso con su figura histórica. En ambos escenarios, las tensiones y fracturas podrían intensificarse en el movimiento independentista. La posibilidad de una investidura de Puigdemont debe ser cuidadosamente sopesada, ya que tiene potenciales repercusiones para todos los actores involucrados.
Las consecuencias de no regresar
Si, finalmente, Puigdemont decide no regresar en este momento, beneficiaría a la ERC, que busca consolidar una alianza con los socialistas para evitar nuevas elecciones. Asimismo, el liderazgo de Salvador Illa podría verse menos amenazado, proporcionando un respiro en este periodo incierto. Las fuerzas en juego entre ERC y el PSC podrían converger para controlar así las opciones de Puigdemont en el futuro. Sin embargo, el dilema permanece: ¿puede Puigdemont seguir posponiendo su retorno sin afectar su rol y legado en la política catalana?