Un coloso atrapado en el mar
El iceberg A23a, un gigantesco bloque de hielo que se asemeja a unas 40 Barcelona juntas, se encuentra en un estado de inmovilización inexplicable desde hace meses. Situado al norte de las islas Orcadas del Sur, a 600 kilómetros de la Antártida, este fenómeno ha captado la atención de los investigadores por sus características singulares.
La extraña dinámica del A23a
Los científicos describen lo que ocurre como un ‘bucle eterno’, dado que el iceberg gira lentamente sobre un mismo punto en el océano Antártico en lugar de seguir su rumbo hacia el Atlántico Sur. Se especula que un inmenso vórtice de agua, conocido como la Columna Taylor, lo ha atrapado, restringiendo su movimiento. Este fenómeno no solo es extraordinario, sino que se prevé que el A23a podría mantenerse en esta danza acuática durante años.
Un viaje desde el pasado
Desde su ruptura de la costa antártica en 1986, el A23a ha tenido un recorrido fascinante. Después de un largo periodo de anclaje en el mar de Weddell, donde permaneció durante tres décadas, el iceberg logró liberarse en 2020 y comenzó a desplazarse hacia el norte. Estos cuatro años de camino lo llevaron a aguas más cálidas hasta que, a principios de 2024, se adentró en la Corriente Circumpolar Antártica.
Impactos ambientales del estancamiento
La captura del A23a en este bucle no solo plantea un enigma científico, sino que también tiene implicaciones significativas para el ecosistema marino circundante. Este iceberg podría interferir con las rutas de alimentación de numerosas especies, como focas, pingüinos y aves marinas, que dependen de las aguas adyacentes para sobrevivir.
¿Qué es exactamente la Columna Taylor?
La historia del A23a no es nueva en lo que respecta a quedar atrapado en corrientes marítimas. En el pasado, había estado incrustado en los sedimentos del mar de Weddell. Ahora, este nuevo fenómeno ha hecho que su destino sea incierto. La Columna Taylor, que lleva el nombre del renombrado físico Sir G. I. Taylor de Cambridge, se refiere a un proceso donde las corrientes impactan con obstáculos submarinos, creando flujos de agua rotativos. En el caso del A23a, este efecto se genera al chocar con la meseta de Pirie, que se extiende más de 100 kilómetros de ancho en el lecho marino.
Perspectivas sobre un futuro incierto
Si bien es difícil predecir cuánto tiempo estará el A23a encerrado en este bucle, investigaciones anteriores del British Antarctic Survey indican que otros fenómenos similares han perdurado por años. Con cada rotación, surgen más preguntas sobre las implicaciones de este fenómeno helado y su efecto duradero en el medio ambiente marino.