Tiempo ordinario: un nuevo comienzo
Con la llegada del tiempo ordinario, que comenzó después del Domingo del Bautismo de Jesús, estamos en un período que, a pesar de ser uno de los años litúrgicos, a menudo pasa desapercibido. Esta vez se extiende hasta el martes antes del miércoles de ceniza y se reanuda el lunes después de Pentecostés, marcando un ciclo que termina con la solemnidad de Cristo el rey.
Reflexiones sobre su importancia
Según José Damián Gaitán, el tiempo ordinario es un período que aún no ha alcanzado su plenitud. Aunque el Segundo Vaticano no abordó específicamente esta vez, las normas universales en el año litúrgico lo describen como una etapa esencial para la experiencia del misterio cristiano. Su nombre como ‘por anual’ proviene de Dom Prosper Guyranger, un pionero en la reforma litúrgica.
Una Obertura a l’Escatologia
El tiempo ordinario presenta una perspectiva escatológica, recordándonos que esperamos con ansias el regreso del Señor, como se menciona en el Evangelio de Juan. Cada domingo de este período nos invita a reflexionar sobre la plenitud del misterio cristiano, enfatizando la Pascua como el núcleo central que se introduce en cada celebración del domingo.
El Valor de la Cotidianitat
A diferencia de otros tiempos litúrgicos considerados más intensos, el tiempo ordinario nos ofrece la oportunidad de profundizar la experiencia diaria de la fe. Sin él, las celebraciones del misterio de Cristo podrían reducirse a episodios aislados, sin el contexto que permite integrar la fe en la vida cotidiana. Jean Corbon nos recuerda que durante este tiempo nos transformamos a través del Espíritu, asimilando el misterio pascual en nuestras vidas.
La presencia silenciosa de Dios
El tiempo ordinario no es un período de estancamiento. De hecho, es un momento en que la presencia de Dios se manifiesta sutil, como el crecimiento de un grano de trigo que florece sin que el agricultor lo sepa. Así como las parábolas de Jesús nos enseñan, la vida espiritual se desarrolla en silencio y vida cotidiana, invitándonos a reconocer la obra de Dios en cada momento de nuestra vida cotidiana.
Un tiempo de transformación interior
A medida que avanzamos en tiempo ordinario, es esencial recordar que cada semana la oportunidad de conectarse con la vida de Jesucristo y dejar que su mensaje nos transforme. Este período nos anima a integrar la fe con nuestra realidad, a vivir con intencionalidad y cultivar una relación más profunda con Dios.