Ninguna. 1. Un placer liberador
Pocas cosas pueden proporcionarnos un placer tan gratificante como pasear por la montaña. Esta actividad física nos permite gozar de ratos de calma y soledad, que son esenciales para reflexionar y gestionar nuestros problemas cotidianos.
Además, mientras caminamos por la montaña, podemos observar restos del pasado que nos transportan a tiempos anteriores y nos muestran formas de vida distintas. Estos vestigios nos conectan con la prehistoria de la montaña cuando los humanos aprovechaban los recursos naturales para transformarlos en bienes de consumo.
El cambio de paradigma económico y social de la montaña es evidente. Las actividades agropecuarias tradicionales conviven ahora con las nuevas formas de relacionarse con este entorno, como el uso lúdico y el esparcimiento. El Parque de Collserola, por ejemplo, recibió a más de un millón de visitantes el año pasado, demostrando su popularidad como espacio de escapada de la vida urbana.
Preservando el patrimonio
Desgraciadamente, los restos patrimoniales de la montaña son también víctimas del impacto humano. Las metas de propiedad, que señalan los límites de las tierras, a menudo son ignoradas o consideradas una molestia por los usuarios de la montaña. Sin embargo, estas metas tienen un valor histórico y social que no podemos olvidar.
Algunas de estas metas están asociadas a propietarios particulares que han dejado su huella en la historia de la montaña. Por ejemplo, el hito de Gaspar Modolell y Modolell en Sant Just Desvern es un recuerdo de sus contribuciones como propietario agrícola y de su influencia como alcalde del municipio. Este mojón, hecho de piedra arenosa, presenta su nombre y apellido grabados acompañados de una cruz.
Otro hito interesante es el de Pere Campmany i Majó, propietario de campos en Mas Lluí en el siglo XIX. Este mojón, también hecho de piedra arenosa, muestra sus iniciales seguidas de un punto en forma romboidal.
En Molins de Rei, encontramos un hito que hace referencia a un propietario llamado Vidal. Aunque no tenemos más información sobre este personaje, el mojón, hecho de piedra, presenta sus iniciales y la indicación de su nombre.
Por último, los hitos de la fábrica Sanson son un ejemplo de cómo las empresas también han dejado su huella en la montaña. Estos hitos, hechos de cemento, delimitan la propiedad de la fábrica y muestran el nombre de la empresa en caligrafía rectilínea.
Los límites municipales
Los mojones fronterizos, que marcan los límites entre los municipios de Sant Feliu de Llobregat, Sant Just Desvern y Santa Cruz de Olorda, han sido fuente de conflictos a lo largo de la historia. El deslinde territorial municipal ha sido una cuestión compleja y ha generado tensiones entre estos municipios.
El mojón de las tres caras es uno de los elementos más destacados de esta delimitación. Situado en un punto estratégico donde confluyen los tres municipios, este mojón de piedra muestra los símbolos representativos de cada municipio: una campana por Sant Just Desvern, una parrilla por Sant Feliu de Llobregat y una cruz por Santa Cruz de Olorda. Este mojón, plantado en 1833, es un testimonio de la historia y la relación entre estos municipios.
Conclusión
Los mojones fronterizos y de propiedad son más que simples señales en la montaña. Representan la historia, la relación con el territorio y el valor del patrimonio. Es importante preservarlos y comprender su función social para apreciar plenamente su valor como documentos históricos.
Así que la próxima vez que camina por la montaña, deténgase y observe los hitos. Pregúntese qué representan y honralas como parte de nuestro patrimonio colectivo.