Una tradición malinterpretada
El tiempo de la liturgia eucarística conocida como la presentación de los dones es un punto clave que se ha malinterpretado en varias ocasiones. Su práctica ha desafiado las directivas establecidas por el Segundo Concilio Vaticano, que prohíbe la modificación de elementos esenciales de la liturgia. Esta desobediencia no es solo una cuestión de forma, implica un cambio profundo en la comprensión del ritual.
El Significat Original del Ritu
Según el teólogo ortodoxo Alexander Schmemann, la práctica de traer pan y vino al altar ha perdido su esencia original, que es proporcionar sacrificio a la mesa de sacrificio. El rito debe ser una anticipación del sacrificio de amor de Cristo, lo que refleja su importancia teológica en el contexto de la masa.
Sacrificio disociado
El problema radica en la desconexión entre la presentación de los dones y el sacrificio redentor. Esta separación mental ha llevado a una comprensión errónea del ritual, que debería ser un acto de dedicación y no a una tradición ritual simple.
La verdadera ofrecida
La teología contemporánea ha enfatizado que la verdadera oferta se realiza dentro de la oración eucarística. En estas palabras, «Te ofrecemos, oh Padre, el pan de vida y el cáliz de la salvación», los fieles se presenta como una sola ofrenda. Por lo tanto, la presentación de los dones no es solo un acto simbólico, sino una conexión profunda con el sacrificio de Cristo.
La importancia de la participación de los fieles
La participación activa de los fieles en la presentación de los dones es esencial, como lo indica el misal. Su vida y compromiso se reflejan en los regalos ofrecidos, que luego se consagran y se convierten en medios de gracia.
Una llamada para reflexionar
Traer elementos no esenciales al altar puede contribuir a la confusión entre la liturgia cristiana y las prácticas paganas. En lugar de ofrecer ‘regalos’ a Dios, la misa debe centrarse en el sacrificio redentor y nuestra comunión con él. La verdadera esencia de la celebración radica en el reconocimiento de la importancia del sacrificio y la unión con Cristo, que nos transforma y nos enriquece espiritualmente.