El Festival Bachcelona cierra con un espectáculo inusual
El pasado 21 de julio, la Fundación Foto Colectania se convirtió en escenario del concierto final del Festival Bachcelona, donde las obras de Johann Sebastian Bach se fusionaron con las imágenes proyectadas de forma inédita.
Una organización que llama la atención
Pese a la belleza musical que el concierto ofreció, la estructura del recinto dejó desear. La disposición de los asistentes resultó desconcertante. Entre las dos hileras de sillas se formó un vacío que no fue aprovechado, mientras los músicos ocupaban una posición en el extremo del espacio.
La influencia de la imagen sobre la música
La pantalla que mostraba trabajos visuales del videografo Bruno Delgado interfirió con el flujo musical. En cada intervención, los músicos hacían una pausa, rompiendo la armonía que se creaba entre las cantatas y las proyecciones.
Un rendimiento vocal excepcional
Pese a las interrupciones visuales, la calidad musical se mantuvo altísima. La Cantata BWV 150 marcó el inicio de la velada y se interpretó en su totalidad. Los solistas destacados incluían a Maëlys Robinne, Eulalia Fantova, Matthew Thomson y Noé Chapolard, que combinaron sus voces con una armonía exquisita, creando una sensación coral impresionante.
Voces con presencia y emotividad
Noé Chapolard se destacó con un registro grave robusto, mientras que las voces de Robinne y Fantova se entrelazaron magistralmente en el de ‘Nimm mich mir’ de la Cantata BWV 163. Thomson, con su estilo elegante y flexible, encontró un acompasamiento ideal con Chapolard en el dúo ‘Jesus soll mein alles sein’ de la Cantata BWV 190.
Un viaje musical entre Bach y Vivaldi
En medio de las arias melódicas, el Bachcelona Consort brilló en la interpretación de dos movimientos lentos, transcripciones de conciertos de Vivaldi, elaboradas por Bach. Esta combinación ofreció una experiencia auditiva rica, llevando a los oyentes a la esencia del mundo mediterráneo de Vivaldi justo al lado de la intensidad de la herencia luterana de Bach.
Una clausura que dejó deseando más
La velada concluyó con un sentimiento de magnificencia, con un pequeño sabor agridulce por la breve duración de las obras interpretadas. A pesar de la evidente calidad de las piezas, los asistentes quedaron con ganas de más, como si las actuaciones hubieran sido un aperitivo de una experiencia mucho más profunda.