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Los Juegos Olímpicos: Reflexiones sobre la competición y la cultura

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un home amb vestit i corbata davant d'un grup de persones amb vestit formal i un arbre, Béla Czóbel, rutkowski, un retrat d'un personatge, secessió de Berlín

Un mundo forjado a través de la competencia

Pierre de Coubertin, considerado el padre de los Juegos Olímpicos, proyectó una iniciativa que no sólo celebraba el deporte, sino que también aspiraba a revitalizar el carácter nacional de los franceses. Aunque se presentaba como una manifestación de herencia griega, de hecho, su visión estaba influenciada por la educación física prevalente en los institutos británicos de la época victoriana, auténticos motores de la filosofía higienista.

La masculinidad y sus implicaciones

La derrota de Francia durante la guerra franco-prusiana de 1870 dejó una huella profunda en el alma del país. Coubertin veía en esta pérdida una oportunidad para reavivar el orgullo masculino, con una postura conservadora que rechazaba la inclusión de las mujeres en el deporte, considerando que su misión principal era honrar a los ganadores.

Un modelo de inspiración anglosajona

Tras viajar a Inglaterra para entender mejor su sistema educativo, Coubertin escribió un artículo que subrayaba la importancia de la actividad física como fundamento del bienestar. Sus palabras advertían que si los jóvenes abandonaban el ejercicio físico en favor de ‘diversiones afeminadas’, esto podría significar un grave peligro para la libertad y la prosperidad de la nación.

El deporte en regímenes totalitarios

En el siglo XX, regímenes totalitarios, incluyendo la Alemania nazi y la Unión Soviética, aprovecharon el deporte como herramienta de ideología social. A pesar de su naturaleza clásica, el deporte se convirtió en un instrumento para imponer la ideología moderna, promoviendo una visión de competitividad total.

La intersección entre modernidad y clasicismo

La modernidad se caracteriza por una sustitución de las antiguas jerarquías por un modelo de organización social basado en la racionalidad. En este nuevo orden, el objetivo es que los ciudadanos se conviertan en sujetos activos, capaces de efectuar el servicio al Estado en un contexto de competencia constante contra potenciales amenazas.

Derechos humanos y la cultura deportiva

En ese debate entre intereses contrapuestos, dos paradigmas emergen. Por un lado, el ideal clásico de la competitividad, y por otro, un ideal que defiende los derechos humanos y la individualidad. En ese sentido, el choque entre cultura y deporte se presenta como una continua batalla entre normas y libertad de expresión.

La belleza del competidor

Mientras, el deporte se fundamenta en normas claras que generan un placer tangible entre los espectadores. En un mundo en el que las convicciones individuales se cuestionan constantemente, el reconocimiento de un ganador en una competición puede ofrecer una sensación de seguridad.

La visión crítica del deporte

Surge así la pregunta: ¿el deporte es realmente un instrumento de control totalitario o puede ser simplemente una forma de disfrute? El filósofo Simon Critchley planteaba que el deporte puede ofrecer un espacio de ensueño y evasión, y que la sociedad no requiere explicaciones complejas para disfrutarlo.

Con esta visión, el disfrute del deporte puede coexistir con un pensamiento crítico que desafía a su instrumentalización política. Esta doble perspectiva permite a los espectadores gozar de los Juegos Olímpicos sin perder de vista los mecanismos que pueden operar bajo su superficie.

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