Una Apagada Sense Precedents
El lunes pasado, la península ibérica fue testigo de una luz aburrida que ha dejado a todos perplejos. En un momento en que la sociedad ya había experimentado el impacto de una pandemia global, parecía que poco podría sorprenderse. Sin embargo, el evento fue tan impactante que sacudió nuestra rutina diaria.
La reacción del gobierno: un silencio inexplicable
El más desconcertante de este incidente no fue solo la falta de energía, sino también la reacción de nuestros líderes. Tanto los responsables de Cataluña como los de España tomaron excesivamente a aparecer ante los medios de comunicación, creando una brecha comunicativa que dejó a la ciudadanía desinformada. La gestión de la crisis del gobierno de Salvador Illa parecía estar subordinada bajo el mando de La Moncloa, relegando a Cataluña a un papel secundario.
Una nueva dinámica política
La relación entre Cataluña y el gobierno central ha cambiado radicalmente. Con el PSOE al timón, el discurso político ha girado completamente, con Island insistiendo en la importancia de Cataluña como motor de la economía española. Un mensaje que había sido olvidado en los últimos años de gobiernos pro -independencia.
Gestión comunicativa: un enfoque pasivo
El mensaje que se tomó de Palau fue claro: «No te preocupes, Madrid se ocupa de todo». Esta actitud pasiva contrasta con la respuesta activa que se dio durante otras crisis, como los ataques en Barcelona o la gestión del Covid. En ese momento, el generalitat asumió un papel de liderazgo que ahora parece haber desaparecido.
La importancia de la comunicación proactiva
En una crisis, la percepción puede ser tan poderosa como la realidad misma. La falta de información inmediata durante el cierre causó preocupación entre la población, que necesitaba sentir que había autoridades en el cargo. La primera aparición del Ministro del Interior, Núria Parlon, llegó demasiado tarde, dejando a los ciudadanos sin orientación en un momento crítico.
Críticos de la gestión de la información
Los profesionales de los medios que cubren emergencias expresaron su frustración ante la falta de información. Las apariencias eran limitadas y a menudo no permitían preguntas. Además, los departamentos de gobierno se pasaron responsabilidad entre sí, complicando la actualización de los datos y dejando a muchos ciudadanos sin respuestas.
Un futuro incierto
Lo que fue un ‘cisne negro’, una crisis de comunicación imprevista, ha expuesto las debilidades en el manejo de la información tanto en Cataluña como en Moncloa. La situación exige una profunda reflexión sobre cómo nuestros líderes pueden mejorar su comunicación en el futuro para evitar que vuelvan a ocurrir incidentes como este.