Convocatoria notable
El pasado 23 de julio, la Federación de Asociaciones de Vecinos de Palma, conocida como Fedarac, tomó parte en un encuentro que reunió a diversas agrupaciones vecinales integradas en la Confederación Estatal de Asociaciones Vecinales, junto a la ministra de Vivienda y Agenda Urbana, Isabel Rodríguez. A la reunión también asistieron figuras relevantes como el secretario de Estado de Vivienda y Agenda Urbana, David Lucas, y la subsecretaria Llanos Castellanos. Esta especie de cita fue convocada a solicitud de la Confederación, quienes afirmaron que la ministra, aunque se había reunido con diversos sectores involucrados en temas de vivienda, había olvidado incluir a las entidades vecinales.
Voces del vecindario
Desde Fedarac, se llegó con un mensaje claro que resonó durante la manifestación del 21 de julio, donde se enfatizó la problemática de la vivienda como un factor clave que impulsó la participación masiva. El tema del alquiler turístico fue preeminente durante las discusiones, especialmente con respecto a la modificación de la ley de propiedad horizontal que está en camino. Desde Palma, se planteó la necesidad de implementar una prohibición absoluta del alquiler turístico en edificios de uso residencial. Se cuestiona la coherencia de definir la vivienda como un derecho fundamental mientras se permite que esta sea utilizada como una herramienta de rentabilidad comercial en espacios destinados a ser hogares.
Retos regulatorios
Las organizaciones vecinales de Palma subrayan que esto va más allá de meras incomodidades; se trata de un proceso de gentrificación que amenaza a los residentes. La Fedarac expone que la legislación actual es extremadamente garantista hacia aquellos que explotan ilegalmente las viviendas para fines turísticos, dejando a los demás vecinos en una situación de vulnerabilidad y desprotección ante un fenómeno que afecta su calidad de vida.
Llamado a la acción
El movimiento vecinal demanda la implementación de medidas urgentes que aseguren acceso a una vivienda digna. Consideran inaceptable retroceder a épocas pasadas donde lo que se veía como un progreso ahora se ha convertido en una crisis habitacional, donde se pasa de tener un hogar a vivir en caravanas o vehículos. Las manifestaciones, como la del 21 de julio, son vistas como un punto de inflexión, un clamor colectivo que ya no puede soportar la situación actual. En el caso de Palma, expresan su preocupación por la venta de la isla en fragmentos, sosteniendo que la pérdida del hogar también implica una pérdida de soberanía y un futuro incierto para la comunidad.