Un maestro de la cocina catalana
La cocina catalana, así como su cultura, es producto del talento, dedicación, perseverancia y disciplina. Desarrollada a partir de los pocos recursos naturales disponibles, destaca por su capacidad de maximizar los más simples ingredientes. Esta cocina se fundamenta en el orden y la documentación, lo que ha llevado a Cataluña a contar con una de las primeras recopilaciones de recetas de Europa, evitando así la pérdida del conocimiento culinario transmitido de generación en generación.
Esta necesidad de sistematización y método ha producido grandes cocineros y gastrónomos que han puesto a Cataluña en el mapa de la cocina mundial. Entre estos cocineros destaca una figura emblemática, Fermí Puig i Botey, quien nos dejó recientemente a los 65 años, marcando una pérdida profunda por la gastronomía catalana.
Los inicios de una carrera brillante
Nacido en Granollers, Fermí Puig empezó su trayectoria bajo la influencia de Montse Guillén, en Can Borrell, en Meranges. Este lugar fue donde Puig descubrió su pasión por una cocina honesta, elegante y sofisticada, que acabaría por definir todo su estilo culinario.
Su formación en varios restaurantes, incluido el prestigioso El Bulli, le catapultó al éxito profesional. El Hotel Majestic de Barcelona, propiedad de la familia Soldevila, fue el escenario en el que brilló con luz propia al fundar el restaurante Drolma, obteniendo una estrella Michelin.
Drolma: un símbolo de la excelencia
Durante los años de funcionamiento del Drolma, este restaurante se convirtió en un verdadero icono de la gastronomía barcelonesa, marcando una época de oro. Sin embargo, como todas las grandes historias, ésta también llegó a su fin. Fermí Puig, siempre acompañado de su fiel colaborador Alfred Romagosa, abrió un nuevo restaurante en la calle Balmes, donde ofreció una cocina más accesible sin renunciar a su calidad.
Este nuevo establecimiento supuso una nueva etapa en su carrera, donde acercó la cocina tradicional catalana a un público más amplio con un enfoque sobrio y elegante. Así, Puig hizo posible que más personas pudieran gozar de una gastronomía sorprendente a precios razonables.
La esencia de la cocina de firme monte
Fermí Puig logró transformar ingredientes sencillos en platos extraordinarios. Sus creaciones, como chipirones con garbanzos, bacalao a la miel o asado de pollo confitado, son ejemplos de cómo aprovechaba los productos básicos de la despensa catalana para crear auténticas sinfonías de sabores y texturas.
La cocina de Fermí Puig también se caracterizaba por su pedagogía. Supo recuperar y dignificar platos tradicionales catalanes como los fideos en la cazuela, el cabrito enfangado y los canelones de asado, mostrándonos que merece la pena preservar nuestra cocina autóctona. Esta tarea se extendió también al postre, donde Puig puso en valor dulces típicos como la miel y requesón, el postre de músico y los carquiñoles con moscatel.
Un verdadero maestro de la gastronomía catalana
Fermí Puig no sólo fue un gran cocinero, sino también un excelente comunicador. Supo transmitir su pasión por la cocina catalana, tanto en sus libros como en sus intervenciones en la radio. Publicaciones como ‘La pelota en la olla’, ‘Cocinitas: la tradición de padres a hijos’ o ‘La cocina del vino: acercamiento a la cultura del vino y la cocina en el Mediterráneo’ son testigos de su vasto conocimiento culinario.
Además de la cocina, Puig también exploró otros ámbitos como la política y la música, participando en obras colectivas como ‘Historia de la izquierda independentista’ y ‘Els Setze Jutges’. Su contribución fue inestimable, no sólo por la recuperación de platos tradicionales, sino también por su capacidad para inspirar y educar a nuevas generaciones de cocineros.
Su influencia en la cultura popular
Fermí Puig colaboró en programas de radio como ‘El Món a Rac 1’, donde compartía recetas deliciosas y fáciles de seguir, haciendo despertar el apetito a los oyentes mientras participaba en debates animados sobre su otra gran pasión: el Barça.
El impacto de Fermí Puig en la cocina catalana y la cultura en general es incalculable. Fue un personaje multifacético, con una profundidad y empatía excepcionales, que dejó una impronta imborrable en la gastronomía catalana de los últimos cuarenta años.
Un legado eterno
El legado de Fermí Puig perdurará mucho más allá de su desaparición. Los iconos y los referentes como él nunca mueren, pues siguen viviendo a través de sus contribuciones a la cultura ya la sociedad.
Gracias, Fermí Puig, por tu dedicación a la cocina catalana y por haber dignificado y recuperado tradiciones culinarias que quizás se hubieran perdido. Tu impronta, sin duda, vivirá para siempre.
Joan Font i Torrent, vicepresidente de la Academia Catalana de Gastronomía y Nutrición, reconoce su excepcional tarea y el legado que deja Fermí Puig.