En las últimas semanas han transformado los bosques en un espectáculo de tonalidades verdes

Un paisaje vibrante

La lluvia que se ha caído en las últimas semanas ha tenido un impacto transformador en los bosques y prados de la zona. Los colores verdes y marrones se aprecian en todo su esplendor, creando un paisaje vibrante y lleno de vida. Esta transformación es especialmente notable en los bosques, donde las hojas de los árboles han adquirido una intensa tonalidad verde que no se veía desde hace años. Es un espectáculo que cautiva la mirada y nos recuerda la belleza de la naturaleza.

Un pueblo con una historia pastoral

Para comprender mejor esta transformación, nos acercamos a Adraén, un pequeño pueblo situado en el valle de la Vansa. Aquí encontramos a Joan Alrich Obiols, el último pastor del valle. Con 71 años, Joan ha dedicado toda su vida a la labor de pastor. Nació en Adraén y creció en esa comunidad rural. Tras cumplir el servicio militar, regresó al pueblo y siguió los pasos de su padre, dedicándose a la cría de vacas y ovejas.

Durante muchos años, Adraén y otros pueblos de la zona eran conocidos por su actividad ganadera. La cooperativa del Cadí de la Seu d’Urgell recogía la leche de los rebaños con camiones cisterna. Pero con el tiempo, esta actividad fue disminuyendo y los rebaños fueron desapareciendo. En 2003, Juan decidió cambiar su negocio y se dedicó a la cría de vacas para la producción de carne. Sin embargo, todavía mantiene un pequeño rebaño de ovejas y cabras como entretenimiento y para preservar la tradición pastoral.

Un testimonio del cambio

Juan es un testimonio directo de los cambios que han afectado a la comunidad a lo largo de los años. Recuerda cómo Adraén era un pueblo lleno de vida, con casi cincuenta habitantes y una escuela con más de 200 alumnos. Pero la despoblación ha sido implacable e irreversible. Hoy en día, muchas casas están abandonadas y el pueblo ha perdido gran parte de su vitalidad.

A pesar de esta transformación, Juan sigue trabajando con pasión y dedicación. Mantiene un rebaño de vacas que pastan en la montaña durante el verano y cuida de un grupo de ovejas y cabras. Además, su sobrino José también es pastor y le ayuda cuando es necesario. Pese a las dificultades, Juan mantiene viva la tradición pastoral y es un ejemplo de resiliencia y amor por la tierra.

Un futuro incierto

El futuro de Adraén y otros pueblos de la zona es incierto. La despoblación y abandono de los campos son problemas graves que afectan a estas comunidades rurales. Las casas están a la venta y muchos jóvenes deciden irse a las ciudades en busca de nuevas oportunidades. Juan lo resume con tristeza: «¿Quién quieres que compre una casa si aquí no hay nada?».

Pese a esta situación, Juan mantiene la esperanza y sigue trabajando con ilusión. Disfruta de la naturaleza y de los pequeños placeres de la vida, como la recolección de setas. Esta temporada ha sido especialmente buena y todavía se pueden encontrar algunos ejemplares para acompañar a los últimos días de la primavera.

Así pues, en las últimas semanas han transformado los bosques y prados de la zona en un espectáculo de tonalidades verdes y marrones. Joan Alrich Obiols, el último pastor del valle de Vansa, es un testimonio de este cambio y un ejemplo de resiliencia y amor por la tierra. A pesar de sus dificultades, mantiene viva la tradición pastoral y nos recuerda la importancia de preservar la belleza de la naturaleza.

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