Un viaje al borde del mundo
En un salto aventurero, Aoife McKenna de Derby se embarcó en un notable viaje a Port Lockroy, el museo más meridional del planeta. Este puesto avanzado antártico británico, ubicado en la isla Goudier, está a solo 9,000 millas de su ciudad natal, que ofrece una mezcla única de aislamiento y belleza natural.
Vida en una pequeña isla
Descrito por McKenna como ‘muy aislado’, Goudier Island abarca un poco más grande que un campo de fútbol. A pesar de su tamaño compacto, rápidamente descubrió que se abarca con la vida, organizando la oficina de correos más meridional del mundo y un museo próspero junto con una vibrante colonia de pingüinos Gentoo.
Pisada de visitante en la frontera congelada
McKenna informó que durante su mandato de cinco meses, la isla dio la bienvenida a aproximadamente 18,000 visitantes, principalmente aquellos que llegaron a través de cruceros y embarcaciones más pequeñas. Esta afluencia consistió en turistas, investigadores y aventureros, todos atraídos por el encanto único de la península antártica.
Una experiencia inmersiva con la naturaleza
Trabajando junto a un equipo de cuatro, McKenna dedicó su tiempo a catalogar los artefactos del museo mientras apreciaba sus interacciones con la vida silvestre local. Los pingüinos Gentoo residente de la isla, que suman alrededor de 1,000, fueron un punto culminante particular, especialmente porque casi 700 polluelos tramaron durante su estadía, proporcionando deliciosos momentos de alegría.
Desafíos de la luz del día sin fin
Uno de los desafíos más llamativos que enfrentó fue el fenómeno de la luz del día perpetua. Con el sol brillando durante 24 horas al día, McKenna describió cómo bordeó las líneas del tiempo, haciendo que cada momento se sienta como el mediodía, independientemente de la hora. Este brillo constante, combinado con horas de trabajo exigentes, la dejó agotada.
Reintegración en la vida urbana
Después de su extraordinaria experiencia, McKenna regresó al Reino Unido a fines de marzo, haciendo una breve parada en Buenos Aires. La transición de los paisajes serenos y serenos de la Antártida al caos vibrante de una bulliciosa ciudad demostró ser un ajuste intrigante, ya que se encontró más consciente del ruido y la conmoción.
Una pasión duradera por el patrimonio
Ahora empleado en un museo en Stirling, Escocia, McKenna reflexiona sobre su aventura antártica como un catalizador que ha profundizado su entusiasmo por los museos y el patrimonio. Su experiencia única en el museo más meridional del mundo no solo ha enriquecido su viaje profesional, sino que también ha encendido una apreciación duradera por las historias e historias preservadas dentro de las paredes del museo.
Un llamado a la aventura
El Reino Unido Antártico Heritage Trust ofrece un reclutamiento anual para roles similares, invitando a individuos de diversos orígenes a participar en esta extraordinaria oportunidad. McKenna enfatiza que muchos de los que se unen al equipo nunca han puesto un pie en la Antártida antes, lo que sugiere que esta notable experiencia es más accesible de lo que se podría suponer.