Una revolución en la industria de los años setenta
En la década de 1970, un ingeniero visionario llamado Jaume Comellas I Armengol comenzó un camino innovador en Cataluña, creando una empresa dedicada a la concepción y fabricación de circuitos electrónicos hechos a medida. Su misión era transformar el sector industrial, especialmente en las fábricas textiles que, en ese momento, comenzaron a vislumbrar los primeros signos de digitalización.
El desafío de la digitalización
En un momento en que la industria catalana estaba en las infecciones de su evolución digital, los comillas enfrentaron un desafío monumental. Las máquinas, que funcionaban con motores eléctricos que transmitían movimiento por bandas de cuero, no eran electrónicas en su operación. Los chips, que habían sido introducidos en el mercado solo unos años antes, eran una nueva característica que prometía transformar la forma en que funcionan.
Un equipo de alta capacidad
La Compañía de COMELLAS estaba compuesta por un equipo de veinte ingenieros industriales, cada uno de los cuales era responsable de varios proyectos. Su tarea incluyó el análisis de las necesidades de los clientes, la creación de diseños, la fabricación de circuitos electrónicos y su implementación en las fábricas. Su capacidad para adaptarse a las necesidades del mercado fue una de las claves para su éxito.
Tecnología pionera y proceso de fabricación
Los ingenieros utilizaron tablas de talleres con tecnología avanzada que requirió reprogramación para cada nuevo proyecto. Un sistema de luz indicó qué componentes se extraer y dónde deben instalarse, minimizando así los errores humanos durante el proceso de ensamblaje. Si un circuito no funcionó correctamente, la estrategia era simple: crear una nueva en lugar de buscar la falla, dando el circuito defectuoso al cliente como repuesto.
El impacto de la competencia global
A pesar de su innovación y éxito, la competencia por los productos textiles de Asia condujo a la desaparición de muchas fábricas en Cataluña. La compañía de Comellas no fue la excepción y finalmente tuvo que cerrar sus puertas, dejando atrás un legado que solo unos pocos recuerdan.
Un modelo de trabajo inspirador
En su pico, la compañía fue reconocida no solo por su capacidad tecnológica, sino también por las condiciones de trabajo que ofreció. Con salarios competitivos y horarios flexibles, los empleados podrían equilibrar su vida profesional con el personal, fomentando un entorno de trabajo en el que se sintieron valorados y parte de la misión de la compañía.
Reflexiones sobre un legado inolvidable
Aunque la compañía de Jaume Comellas I Armengol ya no existe, su contribución a la industria electrónica y la calidad de la vida laboral es un poderoso recordatorio de cómo la innovación puede transformar no solo los procesos, sino también vidas. Su espíritu pionero continúa inspirando a los nuevos empresarios en el mundo de la tecnología.