Una pionera en un mundo dominado por los hombres
En una época marcada por la desigualdad de género, Irene Polo emergió como una figura destacada del periodismo durante la Segunda República. Según Pilar Tur Fernández de Sevilla, coeditora de la obra ‘La fascinación del periodismo’, Polo no sólo fue una periodista competente, sino que logró abrirse camino en un entorno profesional a menudo hostil hacia las mujeres.
Un inicio marcado por la necesidad
Nacida en noviembre de 1909 en una familia modesta, la vida de Irene cambió drásticamente con la muerte prematura de su padre. Al ser la hermana mayor de una familia de tres, tuvo que buscar trabajo pronto para contribuir a la economía familiar. Sus primeros pasos en el periodismo se produjeron a través de la redacción de artículos sobre cine en diversas publicaciones.
Ascenso a las grandes publicaciones
En 1930, el nombre de Irene Polo empezó a aparecer en medios de comunicación de mayor relevancia, especialmente en ‘Las Noticias’, un diario en castellano que fue uno de los más influyentes de la época Aquí empezó a escribir sobre temas que reflejaban la vida cotidiana de Barcelona y poco después profundizó en cuestiones sociales que la hicieron destacar.
Un periodismo comprometido
Su carrera tomó un giro significativo cuando empezó a colaborar con el diario ‘L’Opinió’. En ese período, Polo abordó temas laborales y criticó abiertamente la influencia de la FAI dentro de la CNT, un acto de valentía que la enfrentó con sectores poderosos del sindicalismo. Pilar Tur destaca que, durante ese tiempo, Polo realizó reportajes impactantes que capturaron la esencia de los eventos sociales y laborales de la época, incluyendo huelgas y manifestaciones.
Un final trágico en el exilio
A principios de 1936, la carrera de Irene sufrió un cambio radical cuando decidió dejar el periodismo para acompañar a la actriz Margarida Xirgu como secretaria en una gira por Sudamérica. Sin embargo, el conflicto de la Guerra Civil Española interrumpió sus planes, estableciéndose en Argentina, donde empezó a experimentar una profunda depresión, tal y como se desprende de las cartas que envió al pintor Miquell Villà.
El impacto de su pérdida.
La vida de Irene Polo terminó trágicamente el 3 de abril de 1942, cuando decidió poner fin a su existencia a la edad de 32 años. Pilar Tur subraya que las circunstancias de su muerte, junto al hecho de ser una mujer en un campo dominado por hombres, han contribuido a que su figura haya sido olvidada con el paso del tiempo. Su contribución al periodismo, lejos de ser reconocida, ha quedado eclipsada por sus experiencias personales y las limitaciones de su carrera.
Revisitar su leyenda
Hoy, Irene Polo merece ser recordada no sólo como una periodista pionera, sino también como una voz valiente que desafió a las normas de su tiempo. Su historia nos invita a reflexionar sobre el papel de las mujeres en el periodismo y reconocer las contribuciones de figuras que han sido injustamente relegadas al olvido.