La desaparición prematura de Mn. Miquel S. Gros i Pujol

Una despedida dolorosa

Los afortunados que tenemos amigos más entrados en días que nosotros, a menudo maestros nuestros, basta y demasiado debemos llorar siempre su prematura desaparición y sentir la pena de su ausencia. Aunque bueno que algunos podemos encontrar consuelo en las palabras verdaguerianas que han acompañado el despido de Mn. Miquel S. Gros i Pujol, traspasado de este siglo el 3 de mayo, con 91 años llenos de servicio, sabiduría y simplicidad de corazón.

Un revuelo temporal

La muerte de Mn. Gros no es una despedida para siempre. Es, simplemente, un revuelo. Pero aun el adiós temporal de una persona amada nos duele. Es humano que así sea. Y el vacío dejado por Mn. Gordo es grande.

Una gran aportación intelectual

No es ahora el caso de realizar un repaso, por breve que sea, de toda su gran aportación intelectual. Ya, recientemente, con motivo de su 90 aniversario, la Sociedad Catalana de Estudios Litúrgicos, de la que ha sido presidente, recogió, en un número de homenaje, su bibliografía. Extensa y esencial para muchas disciplinas, particularmente para los estudios de liturgia, en los que era maestro inmejorable.

Un legado inmarcesible

Su obra científica, acompañada de otra aún más escondida lucimiento, pero no menos eficaz de protector cultural y de generoso mecenazgo, ha dado unos frutos inmarcescibles. El Museo, el Archivo, la Biblioteca Episcopal de Vic y la Facultad de Teología, y todos los que hemos acudido a la búsqueda de fuentes para nuestras investigaciones, le debemos muchísimo. Además, como buen luliano, ninguna enseñanza ni cortesía desfalleció nunca en sus palabras.

Una larga tradición de eruditos eclesiásticos

Mn. Gros era, hasta ahora, el último eslabón de una larga e ininterrumpida cadena de grandes y bondadosos eruditos eclesiásticos de Vic. Una serie de personajes egregios ya desde el siglo IX con la figura patriarcal del canónigo Adanagell. Y los más recientes Ripoll, Gudiol y Junyent. Todos de gloriosa memoria.

La continuidad de la tarea

Pero la cadena no se ha roto. Ni puede romperse. Gracias a Dios, todavía podemos contar con el magisterio de otro gran eclesiástico de Osona, Mn. Antoni Pladevall. Y podemos gozar de la dedicación, el servicio y la erudición de Rafael Ginebra, mano derecha de Mn. Gordo en el Archivo, al que, entre otros, también se han formado Ramon Ordeig y Josep Masnou.

La importancia de preservar el legado

La obra gigantesca levantada por Mn. Gros, subiendo y bajando diario diario (sábados incluidos) los 54 escalones de las escaleras que llevan a aquella antesala del Paraíso que es el Archivo y Biblioteca de Vic, estamos seguros de que perdurará con la tarea eficiente bien demostrada por sus más cercanos laboradores. Debemos asegurar esta continuidad. Tantus labor non sit cassus! ¡No podemos dejar perder tan largo y fecundo esfuerzo!

Un homenaje a otros eruditos

Mn. Gros, que tanta dedicación ha aplicado al estudio de los diplomas y códices del archivo de Vic, prestó también atención, como no podía ser de otro modo, a otro de sus distinguidos predecesores, este del siglo XI: el canónigo Ermemir Quintila. Ermemir, también amado y respetado en su tiempo, fue recordado en las páginas del necrología de Vic con unas palabras que proceden del todo a nuestro queridísimo Mn. Miquel S. Gros: «Canónigo de San Pedro, ha muerto en buena senectud, por obra y cuidado suyos han sido escritos muchos libros, y ha educado gran número de clérigos para honor y servicio de la Iglesia.»

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