Introducción
Tal día como hoy del año 1847, hace 177 años, en el puerto de La Habana (entonces colonia española de Cuba), un barco de la compañía naviera Zulueta & Co., radicada en Londres y propiedad del negociante y esclavista vasco Julián de Zulueta y Amondo, desembarcaba el primer contingente de trabajadores chinos, formado por 571 personas, que serían destinadas a las explotaciones agrícolas coloniales (los ingenios). Aquel colectivo, que sería llamado «culies», durante los años posteriores se incrementaría hasta unas 20.000 personas, y sería sometido a un régimen jurídico y económico que rozaba la esclavitud. Según los investigadores que han estudiado este fenómeno, la importación de mano de obra culi era la respuesta de los latifundistas al “temor negro” (la rebelión de los esclavos que se había producido tres años antes, en 1844).
La inmigración china en La Habana
Esta práctica tuvo poco recorrido. En parte, porque la monarquía mandarina china se opuso a aquellas prácticas y amenazó con un conflicto diplomático de gran envergadura. Sin embargo, durante los treinta años siguientes, cientos de barcos mercantes rápidos (llamados «clippers») hicieron la travesía entre los puertos de Macao (colonia portuguesa en Extremo Oriente) y La Habana. Según los propios investigadores del fenómeno, aquellos barcos “esclavistas” transportaban entre 450 y 975 culias por viaje, en condiciones infrahumanas, y con una tasa de mortalidad, en alta mar, en torno al 15%. A partir de 1852, ese tráfico de personas pasaría a ser, en buena parte, controlado por el negociante y esclavista andaluz Rafael Rodríguez Torices, propietario de la Empresa de Colonización Asiática.
Las conexiones familiares
Julián de Zulueta y Amondo, propietario del barco que desembarcó a los primeros trabajadores chinos en La Habana, estaba casado con una nieta de Salvador Samà i Martí, un negociante y esclavista catalán que había hecho fortuna en Cuba. Samà era uno de los miembros más destacados de la colonia catalana de Cuba y formaba parte de una trama de tráfico ilegal de personas africanas y asiáticas, dirigida por la reina María Cristina de Borbón y participada por los elementos más destacados de la administración civil y militar española.
Conclusión
La inmigración china en La Habana en el siglo XIX fue un fenómeno complejo y controvertido. Pese a las condiciones infrahumanas y el régimen jurídico que se parecía a la esclavitud, la llegada de los trabajadores chinos fue una respuesta de los latifundistas al «temor negro» y tuvo un impacto significativo en la economía y la sociedad del Habana. Esta historia nos recuerda la complejidad de las relaciones coloniales y las conexiones familiares que influyeron en ese fenómeno migratorio.