La misión incansable de Viqui Molins

Una vida dedicada a los demás

Viqui Molins y Gomila, nacida en Barcelona en 1936, es una hermana teresiana y activista infatigable. Desde muy joven, ha entregado su vida a los enfermos, drogodependientes, personas en riesgo de exclusión social y los más desfavorecidos.

Durante casi cuatro décadas, Viqui vivió en el Raval, un barrio históricamente marginado de Barcelona, hasta que en 2022 tuvo que mudarse a Gràcia debido a problemas de salud. Sin embargo, su compromiso permaneció intacto. Hoy en día sigue dedicándose al Hospital de Campaña de Santa Anna, una parroquia en el centro de Barcelona que ofrece alimento y asistencia a cientos de personas sin hogar. También está involucrada en los “pisos de oportunidades”, una iniciativa para acoger a jóvenes migrantes sin papeles.

Un despertar de vocación

Viqui nació en una familia acomodada y religiosa con muchos hermanos. Desde pequeña fue formándose en el seno de la orden Teresiana, hasta que un llamado interior la impulsó a dedicarse a los más pobres. En los años ochenta, empezó a llevar a sus estudiantes a visitar personas viviendo en situaciones precarias. Incluso viajó a Angola y Nicaragua con jóvenes para hacer voluntariado, experiencias que reforzaron su vocación.

El discernimiento

Después de su regreso de Nicaragua, Viqui decidió hacer retiros espirituales en Asturias para discernir su camino. Allí, con absoluta claridad, comprendió que su misión era estar con los más marginados. Esto la llevó a fundar una casa en el Raval en los años ochenta, cuando la zona estaba marcada por la degradación y la pobreza.

La monja de la calle

El deseo de Viqui era ser la monja de aquellas calles olvidadas. Comenzó en un piso de acogida para enfermos de sida y poco a poco se implicó en la creación de espacios para jóvenes sin estudios. En 2022, problemas de salud la obligaron a dejar el Raval, pero su devoción continúo manifestándose en los eventos que sucedieron.

El nacimiento del Hospital de Campaña

La iniciativa de abrir el Hospital de Campaña surgió durante una ola de frío extremo en 2017. Peio Sánchez, un sacerdote que conocía bien a Viqui, decidió abrir las puertas de la parroquia de Santa Anna a las personas sin hogar. Con pocas improvisaciones como colchones y bancos convertidos en camas, la parroquia se convirtió en un refugio. Este gesto inicial, aunque caótico, marcó el inicio de lo que hoy es el Hospital de Campaña.

La asistencia de cientos de personas

A lo largo del tiempo, el apoyo comunitario creció. Hoy en día, el Hospital de Campaña ofrece tres comidas al día a más de doscientas personas y cuenta con más de trescientos voluntarios. Un trabajador social ayuda a seleccionar a los más necesitados para asegurar una distribución adecuada de los recursos.

Pisos de oportunidades

La pandemia reveló la necesidad de proporcionar un hogar a aquellos sin techo, especialmente a menores no acompañados que, al alcanzar la mayoría de edad, se quedaban en la calle. Gracias a una donación anónima de un millón de euros, se compraron inmuebles para ofrecerles un lugar seguro. Así surgieron los ‘pisos de oportunidades’, donde los jóvenes pueden quedarse durante dos años hasta regularizar su situación.

La fundación Viqui Molins

En enero, Viqui anunció la creación de la Fundación Viqui Molins para garantizar que su obra perdure más allá de su vida. La fundación busca continuar su misión de apoyo a los más desfavorecidos en la sociedad.

La relación de la sociedad con la pobreza

Según Viqui, aunque existen muchas instituciones dedicadas a ayudar a los necesitados, a veces confía más en la providencia divina que en las ayudas gubernamentales. Asegura que en Cataluña hay un gran tejido asociativo y destaca la generosidad de empresas que, por ejemplo, donan comida para el Hospital de Campaña.

La responsabilidad de la administración

Viqui cree que las administraciones podrían hacer más para abordar la pobreza. Señala tres áreas clave: las políticas presupuestarias, la Ley de Extranjería, que obliga a jóvenes migrantes a vivir sin papeles durante dos años, y el problema del acceso a la vivienda. Muchas personas que asisten al Hospital de Campaña tienen hogar, pero no pueden costear tanto el alquiler como la comida.

La caridad y el amor

Para Viqui, donde hay caridad y amor, está Dios. Aunque no se pueda conocer del todo la intención detrás de las acciones de los demás, lo que importa es que se haga con amor. A lo largo de los años, ha vivido momentos muy duros pero también maravillosos junto a aquellos marginados que muchos evitan.

Citando a San Pablo: “Sé de quién me he fiado”. La fe y el sentido del humor son los pilares que la sostienen. La oración, sobre todo en los momentos más oscuros, siempre ha sido una base firme para ella.

Un legado de amor

Los recuerdos más valiosos de Viqui son aquellos en los que acompañó a sus ‘nuestros’ durante los años difíciles de la epidemia del sida y el consumo de drogas. Tiene guardadas tarjetas con los nombres y fechas de muerte de los 21 jóvenes que murieron en sus brazos, un tesoro que mantiene cerca. La Fundación Viqui Molins fue creada para asegurar que, cuando ya no esté, su misión continúe.

Una muerte deseada

Cuando se le pregunta cómo le gustaría morir, Viqui responde con claridad: en medio de la actividad, en la calle, trabajando con los que ama. Su deseo es seguir ayudando hasta el último momento, fiel a una vida dedicada al servicio de los demás.

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