La ola del «se acabó la fiesta»

Una nueva perspectiva

Alvise Pérez se acerca al viejo miedo contra aquellos que cortan el bacalao con el mensaje «se acabó la fiesta»; es la misma simplificación que alimentó el Movimento Cinque Stelle en Italia, con su cruzada contra la casta, y el 15-M español que recogió Podemos. A los rebeldes italianos les costó muy poco convertirse a sí mismos en casta gobernante y llegar a la presidencia del Gobierno, mientras que los españoles alcanzaron la vicepresidencia antes de practicar el clásico ritual izquierdista del suicidio por división, pero a pesar de estos precedentes la idea del gran puñetazo contra todo está más viva que nunca, y le expresa muy bien el ascenso del Reassemble National francés de Marine Le Pen y su candidato a primer ministro, el joven Jordan Bardella. El programa que presenta en las legislativas podría sintetizarse en la frase «se acabó la broma», o sus equivalentes «hasta aquí hemos llegado» y «basta de ese color».

Una propuesta de cambio

El objetivo no es una caza populista de los que mandan, porque ellos quieren mandar y los franceses no son tan ingenuos; la propuesta es iniciar una gran marcha atrás que desmonte lo que la derecha, no sólo la extrema sino gran parte de la clásica, considera que son décadas de excesos perpetrados por el «buenismo» en todos los terrenos: moral y costumbres, sistema educativo , cultura, extranjería… Un ejemplo ilustrativo es la promesa de introducir la disciplina absoluta en las escuelas e institutos: se generalizarán los uniformes, se tratará a los maestros de usted y no se tolerarán a los alumnos conflictivos. Muchos ciudadanos lo verán como la vuelta a unos tiempos de odioso autoritarismo, pero otros muchos lo celebrarán como la recuperación de una época en la que las cosas estaban claras, todo el mundo conocía su lugar y el futuro era previsible.

El reto de la incertidumbre

El problema de fondo es la creciente existencia de un abismo de incertidumbre sobre el futuro personal y colectivo, que nos hace añorar supuestos (y falsos) paraísos perdidos. Esa sensación de pérdida y desorientación es lo que alimenta el discurso del «se acabó la fiesta», que promete un regreso a una época en la que las cosas parecían más sencillas y previsibles. Es una respuesta emocional a la complejidad y la incertidumbre del mundo actual, pero cabe recordar que no existen soluciones simples ni fáciles para los problemas complejos que nos afectan.

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