Un Amanecer de Cambio en Barcelona
El 14 de abril de 1931 marcó un punto de inflexión en la historia política de Cataluña. En la sede del Foment Republicà de Sants, un grupo clave de Esquerra Republicana se reunía a la espera de noticias cruciales. El gobernador civil de Barcelona, José Márquez Caballero, informaba que las elecciones municipales del 12 de abril habían sido favorables para los partidos republicanos. Esquerra Republicana, liderada por Jaume Aiguader, había conseguido un notable triunfo al obtener 25 de los 50 concejales disponibles.
La Triunfante Oposición a la Lliga
Tras el anuncio de Márquez, la emoción en el Foment Republicà se intensificó. Esquerra Republicana no solo había ganado en Barcelona, sino también en otras diez cabeceras de partido judicial, incluyendo ciudades clave como Reus y Girona. En contraste, su rival, la Lliga Regionalista, había logrado triunfar solo en tres localidades, lo que evidenciaba un cambio en el panorama político catalán.
La Dualidad de los Líderes: Macià y Companys
Al llegar a la emblemática plaza Sant Jaume, las diferencias entre los líderes de Esquerra se hicieron evidentes. Mientras que Lluís Companys optó por elevar la bandera republicana desde el balcón de las Casas Consistoriales, Francesc Macià proclamó la creación del Estado Catalán desde el Palau de la Diputació. Este acto, lleno de simbolismo, reflejaba las tensiones internas en el partido.
Un Partido con Dos Identidades
Desde su fundación, Esquerra Republicana había sido un mosaico de ideologías. Por un lado, la corriente independentista de centroizquierda, representada por el Estat Català de Macià. Por otro, el ala autonomista de izquierda, ligada a los movimientos obreros. Esta diversidad ideológica generó una estructura interna compleja que, aunque enriquecía al partido, también sembraba semillas de división.
Francesc Macià: El Líder Legendario
Macià, un exiliado que regresó con un aura casi mítica, fue fundamental en el resurgir de la política catalana. Su capacidad para movilizar apoyo y construir alianzas le permitió desplazar a la Lliga Regionalista, que había dominado la escena política durante décadas. Con una mezcla de audacia y estrategia, estableció una nueva narrativa que resonó en el electorado catalán.
El Legado de Macià y su Trágica Partida
La habilidad política de Macià para restaurar el autogobierno catalán en un tiempo récord fue un logro sin precedentes. Sin embargo, su fallecimiento en 1933 dejó un vacío de liderazgo que desató luchas internas dentro de Esquerra Republicana, poniendo en riesgo los avances logrados.
La Lucha por el Control y sus Consecuencias
A medida que el partido se fragmentaba, las tensiones entre las diferentes corrientes ideológicas se intensificaron. La lucha interna culminó en decisiones que llevaron a eventos críticos como los Hechos de Octubre de 1934, que resultaron en la suspensión del autogobierno. La falta de unidad y la marginación de los independentistas marcaron el inicio de un periodo tumultuoso en la política catalana.
Reflexiones sobre un Legado Dividido
El legado de Esquerra Republicana y su historia de luchas internas siguen siendo un recordatorio de la complejidad de la política catalana. A medida que se vislumbran nuevos desafíos en el horizonte, la historia de Macià y Companys resuena como una advertencia sobre la necesidad de unidad y coherencia en la búsqueda de la autodeterminación.