Una Reflexión sobre la Percepción del Valor Paisajístico
Durante un tiempo, he estado meditando sobre la cuestión de por qué Sant Feliu y sus alrededores parecen carecer de valor, según la percepción general.
Nuestra relación con el paisaje parece estar influida por una percepción de menor importancia, sin razón clara. Esta percepción nos ha llevado a creer que vivimos en un área con escaso valor paisajístico y patrimonial, y que las acciones de preservación y realzamiento de sus valores siempre se ven eclipsadas por otras prioridades urbanísticas.
Un Sant Feliu con Historia y Transformación
El Sant Feliu que yo he conocido se remonta a los años ochenta, pero las conversaciones con personas que vivieron en épocas anteriores revelan un pasado distinto. Recuerdan a un Sant Feliu que era un lugar de veraneo, con una población que gozaba del río y un casco urbano encantador. Esta imagen contrasta con la realidad actual.
La transformación del paisaje se produjo mediante la construcción de infraestructuras como autopistas, vías de tren y la expansión urbana. Además, la presencia de industrias sin control afectó negativamente al río y los entornos naturales. Esto cambió la fisonomía de Sant Feliu, convirtiéndolo en lo que es hoy.
El Valor del Paisaje y la Pertenencia
La pérdida de referentes y la transformación del territorio han contribuido a la construcción de ciudades estandarizadas sin elementos distintivos. Esta situación ha mermado el sentimiento de pertenencia y ha permitido la destrucción de espacios con valor histórico y natural.
La conservación de elementos arquitectónicos y geológicos de interés patrimonial podría enriquecer culturalmente a las ciudades. Sin embargo, esta práctica a menudo se ve sacrificada en aras del progreso y el desarrollo urbano.
La Belleza en la Transformación
Sin embargo, el paisaje actual de Sant Feliu todavía posee una belleza intrínseca. Las marcas dejadas por la actividad minera y los fenómenos geológicos han creado formas y relieves únicos, dignos de admiración. Este paisaje, pese a su transformación, conserva un valor que va más allá de lo meramente económico.
La conciencia colectiva sobre la importancia y el valor del paisaje es fundamental para afrontar el futuro con dignidad y respeto.