Una pérdida profunda para la comunidad
Desafortunadamente, nos despedimos de una figura prominente: Enric Morist. Su partida, prematura e inesperada, ha dejado una brecha inmensa en los corazones de todos los que lo conocieron. Reflexionar sobre su vida y su legado es un desafío, pero es esencial mantener viva su memoria.
Una herencia de valores
Desde una edad temprana, Henry absorbió los valores de solidaridad y altruismo, influenciado por su padre, Jordi Morist, una figura emblemática en la Igualada de la Cruz Roja. Esta conexión familiar fue clave en su desarrollo como líder, un papel que tiene con una admirable naturalidad.
Experiencias compartidas en tierras inexploradas
El mundo del periodismo me permitió conocer a Henry más personal, especialmente durante un viaje a Bosnia, poco después de los acuerdos de Dayton. En ese momento, el país era un laberinto de campos de minas, y su dedicación a la inauguración de una escuela A Travnik, financiada por la Cruz Roja, reflejó su pasión por la justicia social.
Un viaje inolvidable
Durante ese viaje, también participaron otros dos dos Igualadianos, que han dejado una marca en el corazón de la comunidad: Santi Carbonell y Josep Miserachs. El paso del tiempo puede parecer cruel, pero sus contribuciones duran.
Un acto de coraje y compromiso
La solidaridad de Igualada con Bosnia comenzó con una iniciativa que muchos consideraban riesgoso. Un grupo de jóvenes de la Cruz Roja decidió dar la bienvenida a las familias bosnias que huían del conflicto. Sin experiencia previa, solo con la energía juvenil y la determinación de Enric, abrieron sus puertas, creando un precedente que ha permitido a muchas familias encontrar un nuevo comienzo en Cataluña.
La última entrevista
Mi última conversación con Henry, publicada en La Veu, fue un viaje a la sede de la Cruz Roja en Barcelona. Estaba especialmente orgulloso de dos iniciativas: los 30,000 Keys Closet y un grupo de voluntarios que atienden llamadas de apoyo. Su dedicación a la confidencialidad y el bien de los demás era palpable.
Una despedida llena de emoción
El lunes, en la ceremonia de despedida, la multitud actual fue testigo de una pérdida que resuena más allá del individuo. Su impronta es un recordatorio de la importancia de trabajar para los demás, mantener el optimismo e inspirar una nueva generación con su ejemplo.
Un futuro sin Enric
Cataluña ha perdido uno de sus mejores, un hombre con un potencial inmenso aún por descubrir. Espero que algún día podamos rendir homenaje a Enric Morist, reconociendo así su contribución inigualable a nuestra sociedad.
