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Recordando el tío Antoni: mediador y pilar del cultivo gitano

by PREMIUM.CAT
Una escena conmovedora que representa el legado de 'Oncle Antoni' en Reus, capturando la esencia de la cultura 'Gitanos'. En primer plano, un hombre desgastado pero digno de unos 70 años, que recuerda a 'Oncle Antoni', se encuentra con una sonrisa suave, sus ojos profundos que reflejan la sabiduría y la compasión. Lleva un atuendo tradicional 'Gitano', completo con un colorido 'Chaleco' y un sombrero de ala ancha, simbolizando su papel como 'Home de Respecte'. Alrededor de él hay murales vibrantes en las paredes de una calle estrecha, que ilustran escenas de la vida de 'Gitanos', que muestran 'patrimonio cultural' y 'comunidad'. En el fondo, un grupo de 'Gitanos' más jóvenes participa en una conversación animada, sus gestos animados, encarnando el espíritu de 'MediaCión' que 'Oncle Antoni' defendió. La atmósfera está llena de un sentido de 'comunidad', mientras se pone el sol, arrojando un cálido brillo dorado sobre la escena, destacando la importancia de 'Convivència' en los vecindarios de 'Sant Josep Obrer'

Un legado inolvidable en las comunidades gitanas

Para 2020 marca un tiempo significativo, desde Reus durante hace cinco años, Antoni Gabarri Giménez, mejor conocido como tío Antoni. Su figura era esencial en la vida de las comunidades gitanas del sur de Cataluña, donde sirvió como hombre de respeto, una posición que implica mediación en los conflictos entre personas romaníes y no gypsy.

La importancia del hombre de respeto

El tío Antoni no solo estaba resolviendo disputas; También fue responsable de dictar reparaciones basadas en el código moral gitano. Su influencia se extendió al Consejo de Ancianos de los Condados de Cataluña del Sur, una institución que trabaja como Senado para la comunidad y presidió a Agipcat, la Asociación de Entidades Gitáticas de los países catalanes.

Raíces y entrenamiento cultural

Nacido en Manresa en 1950, el tío Antoni vino de una familia gitana de priorat que se dedicaba a la venta de la calle. Compartió que sus padres fueron los últimos oradores del idioma romano, y eligió educarlo en catalán para facilitar su integración social y evitar la persecución. Esta decisión contribuyó a la preservación de la cultura catalana durante los años de la dictadura de Franco, aunque su pasión por el idioma romano permaneció viva durante toda su vida.

El camino a la autoridad moral

El tío Antoni ganó reconocimiento como un hombre de respeto naturalmente. Las comunidades gitanas del sur de Cataluña evaluaron sus cualidades, que incluían ser un hombre de madurez, tener un comportamiento ejemplar y una experiencia significativa en la resolución de conflictos. Jugó un papel crucial en la creación de un clima de coexistencia durante los años setenta y ochenta, especialmente en los vecindarios de Sant Josep Obrer y Mas Pellicer en Reus.

Un futuro sin el

Su pérdida dejó una brecha en la comunidad, pero su legado perdura. El tío Antoni fue un ejemplo de cómo se pueden construir puentes entre culturas y fomentar la comprensión mutua. Su vida y trabajo continúan inspirando nuevas generaciones a luchar por la cohesión social y la preservación de la cultura gitana.

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