Una Carta Pleno de Nostalgia
Querida hija, hoy me he decidido a escribirte, aunque ayer ya tuvimos una charla por teléfono. Quizás es que en nuestras conversaciones siempre tienes la agenda plena y no puedo expresar todo lo que siento. No te reprocho nada, es comprensible que aproveches las oportunidades que te brinda la vida, aunque me da pena que estés tan lejos, en otro continente, construyendo tu futuro.
Recuerdos de la Infancia y Can Pou
Hoy, mientras paseaba por la Calle Mayor, he visto una máquina trabajando en lo que queda de Can Pou. Esto me ha llevado a recordar a mis abuelos, la casa que levantaron con tanto esfuerzo y que nosotros decidimos vender. Hay algo inquietante al presenciar la destrucción de un edificio. Las paredes en ruinas revelan fragmentos de vidas vividas. Desde abajo, puedes intuir dónde estaban la cocina o el lavabo, por las baldosas que sobresalen de una pared vecina, aquella que ha sobrevivido a la demolición.
Memorias Escondidas
Las marcas en la pared revelan dónde estaba la chimenea o la escalera. Los restos de papel pintado nos hablan de historias pasadas, mostrándonos el espacio que ocupaban los muebles. ¿Recuerdas cuándo vimos cómo nuestra antigua casa desaparecía? Aún me conmueve pensar en cómo la inmobiliaria actuó rápidamente, sin que yo hubiera podido aclimatarme al nuevo hogar que me buscaste.
La Puerta que Resiste
Sin embargo, hoy me ha sorprendido encontrar una puerta modernista que ha logrado sobrevivir a la destrucción. El cristal con grabados verdes sigue entero, como si quisiera desafiar el destino. No puedo evitar reflexionar sobre las muchas experiencias que han tenido lugar entre esas paredes antes de ser convertidas en escombros. ¿Cuántas risas, lágrimas y recuerdos han sido testigo de una vida plena?
El dolor de la pérdida
Mientras observaba a los operarios trabajar, un sentimiento de tristeza me ahogaba. ¿Se preguntarán alguna vez por lo que están destruyendo? Quizá ignoren que ese edificio, ahora considerado obsoleto, fue un espacio de alegría y recuerdos para muchas familias. Si sólo pudiéramos oír las historias que las paredes han vivido, pero nos limitamos a deshacernos de ellas ya olvidar.
Una Reflexión sobre el Tiempo y la Memoria
Ver cómo se derriban edificios antiguos me hace pensar en la fragilidad de nuestra historia. Cada casa tiene una narración que se desvanece entre los escombros, mientras nadie parece interesarse por el destino de sus antiguos habitantes. ¿Has pensado alguna vez en cómo se sintieron cuando tuvieron que dejar atrás lo que habían conocido como en casa? Cada día, cuando miro por la ventana de la habitación desde la que te escribo, sé que nunca la sentiré como mía.
Al finalizar mi paseo, me doy cuenta de que tanto los edificios como las personas traen sus propias historias, y que con cada demolición, una parte del pasado se nos escapa. Besos, tu madre, desde la Residencia la Edad de Oro, a 1 de julio de 2024.