Un estreno con preguntas
La Calórica ha inaugurado su nueva producción, The Deer’s Rum, en el Teatre Lliure, un momento marcado por la introspección de la compañía, que busca reflexionar sobre el impacto de su trabajo y su capacidad para generar un cambio en la sociedad.
Un teatro que se ve en el espejo
La pieza, que se presenta como un metatheatre, entra en la paradoja del teatro en el teatro, incorporando elementos de parodia y autoparodia. Aquí, el dramaturgo Joan Yago no solo observa, sino que critica el establecimiento cultural, incluidas referencias a figuras e instituciones como el PSC y el ICUB, mientras rinde homenaje a colegas por profesión.
Un contexto reflejo
A través de un escenario que evoca una convención teatral en un hotel en el valle de Fosca, los participantes discuten la función del teatro político en la transformación social. A pesar del optimismo de su propósito, el trabajo revela la ineficiencia de estas aspiraciones, lo que refleja una herida que resuena profundamente hoy.
Humor con la crítica de Eina de
El calórico aborda problemas graves como la crisis de las instituciones y el declive social con el humor conmovedor. Esta combinación permite a los espectadores enfrentar la realidad de una manera más digestible, aunque las acciones de seis actores, que con habilidades interpretan múltiples roles, muestran el trabajo precario del sector.
Contradicciones en ambientes rurales
Yago utiliza un recurso clásico: colocar personajes urbanos en un entorno rural, revelando sus contradicciones. En uno de los valles más altos de los Pirineos, el trabajo explora la belleza natural de la canción del Cervid, al tiempo que critica la transformación de esta experiencia auténtica en un producto turístico.
Un viaje hacia el inanitat
El texto, publicado por Teatre Lliure y Comanegra, nos reta a enfrentar la banalidad de nuestras vidas modernas. En un giro inesperado, el trabajo nos transporta a un bosque donde emerge la luna, y el viaje que entramos a través de esta experiencia no presenta sin consecuencias.
Un equilibrio entre la sátira y la brújula
La prisa del ciervo se convierte tanto en una crítica de humedad y una defensa de los ideales del teatro político. La habilidad técnica del equipo, dirigida por Israel Solà, nos guía a través de un espectáculo que es poético y arriesgado, dejándonos con una reflexión sobre nuestra propia condición.