Un Dilema Turístico en Menorca
Cada verano, las Islas Baleares se ven inundadas por un constante flujo de turistas, generando tensiones entre los residentes locales. Uno de los puntos más controvertidos es Binibèquer Vell, un encantador pueblo de pescadores en Menorca, que ha tenido que encontrar un equilibrio entre acoger visitantes y preservar su tranquilidad.
Una Nueva Estrategia de Acceso
Recientemente, los propietarios de las típicas casitas blancas del núcleo han decidido no cerrar sus puertas a los turistas. En su lugar, se ha aprobado la ampliación del horario de acceso, que pasará a ser de 10:00 a 22:00 horas, en respuesta a un referendo celebrado entre los vecinos.
Votación y Resultados
El referendo tuvo una gran participación, con 110 de los 165 propietarios presentes. Mientras que el 27% defendió un cierre total, la mayoría optó por mantener el nuevo horario, reflejando un deseo de gestionar mejor el turismo sin excluirlo completamente.
Concienciación y Respeto
Los vecinos han puesto en marcha una campaña para fomentar el respeto entre los turistas, tras varios incidentes de incivismo que pusieron en peligro la calidad de vida local. Òscar Monge, presidente de la comunidad de propietarios, ha destacado el impacto positivo de esta iniciativa, que ha mejorado la convivencia entre residentes y visitantes.
Normas de Convivencia
Entre las normas que se piden a los turistas está caminar en silencio, mantener el núcleo limpio y evitar la entrada en las propiedades privadas. Estas medidas buscan preservar la intimidad de los residentes y garantizar una agradable experiencia para todos.
Historia de un Pueblo Icónico
Fundado en 1964, Binibèquer Vell se ha convertido en un destino turístico popular, reconocido por sus construcciones que recuerdan a las islas griegas. Con un total de 165 casas, su encanto blanco frente al mar le ha ganado el apodo de ‘Mikono menorquín’.
Mirando hacia el Futuro
A medida que el turismo sigue creciendo, la comunidad de Binibèquer Vell busca un camino sostenible que permita disfrutar de su patrimonio sin sacrificar su calidad de vida. Su experiencia podría ser un modelo para otros destinos que luchen con el mismo dilema.
