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Renuncia de Fernando II de Cataluña-Aragón al trono de Toledo

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un home amb una corona i un abric amb una creu es troba davant d'un edifici, Altoon Sultan, imatge promocional, retrat d'un personatge, prerafaelitisme

Contexto histórico

Tal día como hoy del año 1506, hace 518 años, en Villafáfila (corona castellano-leonesa), el rey Fernando II de Cataluña-Aragón, regente de la corona castellano-leonesa desde la muerte de la reina Isabel I —llamada la Católica— ( 1504), renunciaba a su proyecto de convertirse en rey titular al trono de Toledo y reunir ambas coronas, hecho que estaba reservado a su descendencia. Fernando el Católico pactó la renuncia a su proyecto personal en beneficio de su hija Juana —mal llamada “la Loca”— (que era la beneficiaria del testamento de Isabel la Católica) y de su yerno Felipe de Habsburgo —llamado “ el Bell”—, que actuaría como iuore uxuris (en nombre de su mujer) por la pretendida enfermedad mental de la nueva reina.

El contexto de los pactos matrimoniales de Cervera

Cabe recordar que, en virtud de los pactos matrimoniales de Cervera (1468) que habían dibujado la arquitectura política de la unión dinástica peninsular, ni Ferran era rey en Toledo ni Isabel era reina en Barcelona, ​​sino que, simplemente, eran reyes-consorts fuera de sus respectivos dominios. Pero a la muerte de Isabel la Católica (26 de noviembre de 1504), el viudo Ferran intentó pasar de la categoría de rey-consort a la de rey-titular. Esta maniobra era habitual entre los miembros de la casa Trastámara. Por ejemplo Juan, el padre de Fernando, había enviudado en primeras nupcias de la reina Blanca de Navarra y había intentado ocupar el trono como titular en perjuicio de Carlos de Viana, su propio hijo y el beneficiario del testamento de la difunta.

La tensión entre Ferran y la aristocracia castellano-andaluza

Pero la relación entre Ferran y su círculo más inmediato (personajes de la cancillería de Barcelona y del estamento mercantil catalano-valenciano) con la aristocracia militar y latifundista castellano-andaluza (el corpus social más poderoso de la corona castellano-leonesa), siempre había sido muy tensa. Las oligarquías castellanoleonesas temían a Ferran y su círculo, porque les veían capaces de cualquier cosa para obtener el poder político y económico. Tras la muerte de Isabel, todas las maniobras de Ferran fueron abortadas por las Cortes castellanoleonesas. Sería precisamente en Villafáfila donde los representantes de los estamentos castellanoleoneses le espetarían la frase que quedaría para la historia: “Viejo catalanote, vuélvete a tu nación”.

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