Un día que cambió la historia de Cataluña
El 7 de junio de 1640, Barcelona se convirtió en el epicentro de una revuelta popular que marcaría una antes y después en la historia del Principado. En un contexto de descontento creciente con la monarquía hispana, los ciudadanos de la capital catalana decidieron actuar, agrediendo a la prisión ubicada en la Plaza del Blat, para rescatar a uno de sus líderes, Francesc de Tamarit.
Francesc de Tamarit: un símbolo de resistencia
Francesc de Tamarit, quien era el diputado militar, era una figura clave en el gobierno del generalitat. Junto con Pau Claris, presidente del gobierno, y Josep Fontanella, representante de las ciudades, formaron un trío de poder que defendió los intereses de Cataluña ante las autoridades hispanas. Su encarcelamiento había causado una ola de rechazo entre la población, que vio en él un defensor de la soberanía y los derechos de la gente.
El papel de los nobles y la movilización popular
La figura del diputado militar fue elegida por la nobleza, quien buscó mantener el control en un momento de gran turbulencia social. Por lo tanto, el puesto de consejero-protector no solo representaba una autoridad militar, sino también un puente entre las clases sociales y la población. El impacto de la revolución de remencia del siglo XV había dejado una impronta profunda en la sociedad, con una nobleza baja que luchaba con su influencia y poder.
El asalto a la prisión: un acto de coraje colectivo
Cuando salió el sol en el cielo de Barcelona, más de 3.000 hombres armados con Arcabasos y Pedrenyals se reunieron para participar en el asalto en la prisión. Su determinación superó la resistencia de los oficiales reales en el nuevo portal, lo que refleja un sentimiento de unidad y coraje frente a la opresión. El carceler Felipe Sorribes, en un giro inesperado, abrió las puertas de la mazmorra, liberando no solo a Tamarit, sino también a otros consejeros encarcelados, como Francesc de Vergós y Lleonard Serra.
Consecuencias inmediatas: el comienzo de una nueva era
La negativa de Tamarit y los otros consejeros a albergar tropas hispanas, que perpetraron actos de violencia y robo, mostraron la falta de buena fe de las autoridades. Este incidente fue uno de los desencadenantes que condujo a la revolución de los Reapeadores, que explotaría poco después. La declaración de guerra de Philip IV contra Cataluña, anunciada el 1 de septiembre de 1640, marcaría el comienzo de un conflicto que buscaba la independencia y la defensa de los derechos del pueblo catalán.
Un legado que dura
El recuerdo de ese 7 de junio de 1640 no es solo un testimonio de la lucha por la libertad, sino también una inspiración para las generaciones futuras. El coraje del pueblo catalán ante la adversidad sigue siendo un ejemplo de resistencia y determinación en su búsqueda de autonomía y justicia. La historia de ese día nos recuerda que, en tiempos de crisis, sindicato y coraje, puede transformar el curso del destino colectivo.