La sabiduría ancestral de las civilizaciones antiguas
Las civilizaciones antiguas como los sumerios, los incas, los mayas, los íberos y los celtas, utilizaron las leyendas para entender los misterios de la naturaleza y transmitir valores y leyes a sus comunidades. Estas narraciones, cargadas de belleza y misterio, servían para ilustrar, educar, advertir sobre peligros y prevenir sobre el futuro si no se seguían los preceptos establecidos. A través de estos relatos, las civilizaciones se protegían y mantenían bajo control, evitaban ofender a sus dioses y promovían un comportamiento moral.
La herencia de las culturas pasadas
Cada región es heredera de las culturas que la habitaron previamente. Admiramos las construcciones impresionantes que erigieron con métodos proto-tecnológicos, utilizamos infraestructuras que aún están en pie, adaptamos idiomas primitivos y hemos heredado sus reflexiones legales. Sin embargo, hemos dejado de lado las leyendas por considerarlas obsoletas, ingenuas y ridículas. Vivimos en la era de la verdad científica, aunque caemos en noticias falsas de las redes sociales sin cuestionar su veracidad.
Un tesoro cultural por proteger: la horchata
Aunque este artículo puede parecer que exagera en su introducción, el tema del que voy a hablar, aunque sencillo, es valioso. Hablo de la horchata, no solo de la bebida, sino de la experiencia de ‘ir a tomar una horchata’, una tradición que, aunque carezca de estudios científicos que lo respalden, es una píldora de salud social con cero efectos secundarios. Ir a tomar una horchata es una actividad para toda la familia, donde los niños juegan, los adolescentes disfrutan y los abuelos rezan para que ni el médico ni su esposa los sorprendan disfrutando del dulce placer.
La tradición de ir a tomar una horchata
La horchata se puede consumir en cualquier época del año, pero ‘ir a tomar una horchata’ se asocia principalmente con el verano. En lugares como Cal Jijoneru, se pueden encontrar diversas variantes de la horchata como el Mig-mig, el Sospir, el Flotaor o el Cubanito, entre otras. Cada una de ellas ofrece una experiencia única y refrescante para quienes buscan disfrutar de esta tradición.
La evolución de la horchatería
Es difícil diferenciar entre un Jijoneru de propiedad individual y uno perteneciente a la cadena La Jijonenca debido a que muchos mantienen sus nombres originales aunque pertenezcan a la cadena. México es un pueblo de Alicante conocido por la producción de turrones. Los productores de turrón, enfrentando una demanda concentrada en la temporada navideña, buscaban formas de diversificar y durante el verano vendían helados con carritos ambulantes. Hace más de 50 años, un grupo de artesanos se unió para crear instalaciones donde producían helados, horchata y turrones bajo la marca común La Jijonenca, que hoy cuenta con 900 establecimientos en España y funciona casi como una cooperativa.
La simplicidad de una tarde de horchata
Pasar una tarde tomando horchata implica mantener conversaciones ligeras, preparar viajes, recordar vacaciones pasadas o contar historias familiares. Cuando las palabras escasean, se puede recurrir a la intrigante historia del nombre horchata, que proviene del latín hordeata, significando ‘agua de cebada’. Durante el siglo XVIII, la horchata pasó de ser hecha con cebada a almendra, un lujo en ese entonces, hasta que se comenzó a utilizar chufa para abaratar costos, principalmente en la zona de Valencia, donde se cultiva la chufa.
Leyendas y realidades sobre la horchata
Aunque la historia real de la horchata es fascinante, la leyenda detrás de ella es aún más divertida, aunque no tenga base documental. Cuenta que una joven ofreció al rey de Aragón, Jaime I, una bebida blanca y dulce. Al probarla, el rey exclamó que aquello no era leche, sino oro, llamándola ¡oro, chata!, dando lugar al nombre horchata.