Un ambiente nocturno en la transformación
La juventud de Tortosa ha expresado su insatisfacción durante décadas con la baja oferta de vida nocturna. En los años 1970 y ochenta, uno de los pocos lugares para respirar la vida nocturna era la larga calle de San Vicente, un espacio dinámico lleno de bares y restaurantes que incluía lugares emblemáticos como La Ponderosa y un club nocturno que ha sido grabado en la memoria colectiva: la cosecha de discoteca.
El nacimiento de la discoteca Harlem
En 1976, un joven con gran ambición, Jaume Codorniu Querol, conocido como Mito, se atrevió a abrir su propio club nocturno, a pesar de solo 20 años. Era un momento en que la edad tenía 21 años, por lo que tuvo que poner la documentación a nombre de su tío. Esta valentía fue apoyada por su familia, quien se convirtió en parte de su equipo.
Un contexto de cambios y retraso
Los setenta en la tortosa fueron un período de contrastes. Se estaban llevando a cabo varios proyectos de infraestructura, como el Parator Nacional de Turismo y el Campredó Industrial Estate, mientras que también estaba el tono de cierres como la línea ferroviaria del valle de Safan. Además, la preocupación por los proyectos de transferencia del EBRO a otras regiones mostró un momento de cambio y tensión.
Las dificultades de un emprendedor
Codorniu enfrentó no solo la burocracia, sino también la represión de un oficial de policía que aún mantenía las raíces del régimen de Franco. Los agentes, conocidos como ‘el gris’, a menudo hicieron las redadas de discoteca, creando situaciones incómodas para el propietario. Una de sus acciones más controvertidas fue una ronda para identificar a los menores, lo que causó un gran rechazo entre el público.
Un Èxit en la Vida Social Local
A pesar de los obstáculos, la discoteca Harlem logró consolidarse como un espacio de ocio esencial en Tortosa. Además de ser un lugar de reunión para la juventud, el club nocturno patrocinó un equipo de fútbol sala y participó activamente en los principales festivales, organizando eventos como el Gran Carousel Harlem, que atrajo actuaciones prominentes del momento.
La transición a nuevas propuestas
Con el tiempo, Codorniu amplió su visión comercial con la apertura de Beetle, un nuevo local que combinó la sala de fiestas, el Music Hall y la Disco. Este espacio también experimentó momentos de tensión con la policía, que no dudó en cerrarlo por razones burocráticas irrazonables.
Un final nostálgico
Con la llegada de la década de 1980, la vida nocturna en Tortosa comenzó a cambiar radicalmente. La venta del escarabajo por una compañía externa para transformarlo en un bingo marcó el final de una edad. En Harlem, las relaciones con nuevos socios complicaron cosas, lo que resulta en el cierre de las premisas. Sin embargo, las memorias de las noches en el Harlem y el Beetle todavía están vivos en la memoria de muchas tortosinas.
El legado de una generación
Los ecos de la discoteca Harlem y el escarabajo resuenan en la memoria colectiva como símbolos de una era de cambio, esperanza y libertad. Hoy, mientras camino por la calle de San Vicente, reflexiono sobre cómo esos espacios han dejado una impronta indeleble en la cultura nocturna de Tortosa.
Un Record Que Perdura
Las experiencias de esos años, con canciones que aún nos acompañan, nos recuerdan que la música y la diversión siempre han sido el motor de la juventud. La historia de Harlem y el escarabajo es un testimonio de la resistencia de una generación que luchó por su propio espacio en una sociedad de transformación.