Regreso triunfante a las raíces
El altar de la Capilla Latina del Calvario ha hecho un emocionante viaje de regreso a la Iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén después de un período de restauración en Florencia. Esta obra de arte, que se eliminó en abril, es parte de un grupo de objetos del Museo Sancta que se ha restaurado cuidadosamente para exhibirse en el Museo Marino Marini.
Un legado histórico
Con fecha de 1578, el altar fue un regalo del Gran Duque de la Toscana, Fernando de Medici, a la custodia de Tierra Santa. Compuesto por dos secciones diferentes, este altar cuenta una rica historia de devoción y espiritualidad. Su parte superior, hecha de bronce dorado, exhibe seis bajos relieves que ilustran los momentos clave de la pasión y la resurrección de Cristo.
Un altar con historia
Inicialmente pretendida como una cubierta de piedra Anjing, el altar tuvo que ser reubicado debajo del arco norte de la Capilla de Crucifixión, donde los frailes franciscanos comenzaron a usarlo como un altar. Esta adaptación fue un testimonio de la flexibilidad e importancia de este objeto en el contexto religioso de Jerusalén.
Un testimonio colaborativo
La sección inferior del altar, construida en hierro forjado, es un testimonio del trabajo conjunto entre los frailes y los artesanos locales del convento de Sant Salvador. Esta colaboración no solo destaca la capacidad de los artistas de Jerusalén, sino que también simboliza la fuerte conexión entre la custodia y la comunidad local.
Un mensaje de custodia
Fra Stéphane Milovitch, director de la Oficina de Activos Culturales de la Custodia de la Tierra Santa, enfatiza que la custodia funciona para la Iglesia local y universal. Su compromiso se refleja en el altar, que representa tanto la excelencia de la Iglesia Universal, a través del Don dels Mèdici como la dedicación del arte local.
Un valor de símboliano y espiritual
Con un valor simbólico profundo, el altar se convierte en una ‘epifanía de las tres misiones’ de la custodia de la Tierra Santa. Según Milovitch, estas misiones incluyen la conservación de los lugares sagrados, la formación de la comunidad local y la recepción de peregrinos que visitan la Tierra Santa, dejando sus ofrendas en un signo de devoción, al igual que el duque de Medici hace más de 400 años. .
Un futuro lleno de promesas
Con el regreso del altar a Jerusalén, se abren nuevas oportunidades para su apreciación y para el fortalecimiento de los vínculos entre las culturas que lo rodean. Este objeto monumental no es solo un símbolo de fe, sino también un recordatorio del poder de la colaboración entre diversas comunidades en la preservación del patrimonio cultural y espiritual.