La detención de Mustapha Ahayk: año y medio de incertidumbre
Mustafa Ahayk ha permanecido encerrado en una celda durante más de un año, a la espera de un juicio que podría definir su futuro. Los hechos que le llevaron a prisión remontan al 14 de junio de 2023, cuando fue acusado de haber herido a un vecino y dos agentes de la policía con una escopeta de perdigones desde su residencia en Lloberes de Baix, un pequeño núcleo de población situado en el Ripollès.
Un entorno hostil: la defensa de Mustafa
La defensa de Ahayk, liderada por el abogado Benet Salellas, argumenta que las acciones de Mustafa eran una respuesta a una situación insostenible. Según su versión, él fue objeto de una campaña de acoso por parte de Naturalis Science Food, la empresa propietaria de la finca donde vivía desde el año 2000, que quería forzarle a abandonar su hogar sin ofrecerle ninguna alternativa viable.
La estrategia de acoso y sus consecuencias
El abogado Salellas ha expuesto que, desde 2020, Naturalis empezó a adquirir propiedades en la zona con el objetivo de crear un gran coto de caza. La situación se agravó por la decisión de la empresa de cortar suministros básicos como la electricidad, así como por las denuncias que resultaron en la muerte de animales de su granja.
El testimonio de la comunidad: una vida marcada por el conflicto
Los vecinos de la zona han dado testimonio sobre el deterioro de la convivencia con Ahayk, quien, según afirman, se mostró cada vez más angustiado a causa de la situación. Assumpta Duran, una vecina que había compartido un acuerdo con Ahayk, explicó que él estaba visiblemente afectado por los cambios y amenazas que había recibido.
Las tensiones y las acusaciones mutuas
Por otro lado, algunos testigos han aportado una visión diferente, indicando que Ahayk empezó a amenazar a los vecinos, elevando así la tensión a la comunidad. Un agente de los Mossos d’Esquadra que fue testigo de los hechos declaró que Ahayk había expresado su vida imposible.
Un futuro incierto: expectativas para el juicio
Con el juicio pendiente de fecha, la defensa de Ahayk argumenta que su cliente ha sido víctima de una situación que deterioró su salud mental y su calidad de vida. Salellas considera que las acciones de la propiedad no sólo eran inmorales, sino que podrían ser constitutivas de un leve delito de lesiones en lugar de los cargos graves que se le imputan.
El caso de Ahayk no es sólo un ejemplo de cómo las disputas de propiedad pueden escalar en violencia, sino que también ilustra las tensiones entre la explotación empresarial y los derechos individuales en una comunidad rural. Con cada nuevo giro en la historia, las voces de la comunidad se levantan, dejando vislumbrar una profunda división entre los intereses corporativos y las vidas de las personas afectadas.