Un día desabrido y fresco en Josa
El lunes 10 de junio, Josa amaneció con un clima desabrido y fresco. Una llovizna primaveral caía sobre el pueblo, creando un ambiente acogedor. En el Cadinell, la cima que domina el paisaje del valle, se escuchaban risas y bromas entre los lugareños. Era un día especial, el día del ágape, una tradición que se remonta a los antiguos cristianos.
El ágape, una palabra de origen griego que significa comidas fraternales, era utilizado por los antiguos cristianos para referirse a las comidas compartidas por la comunidad de creyentes. En Josa, uno de los pueblos más bonitos del mundo, esta tradición se mantenía viva. Los antiguos señores de Josa, cátaros confesos, celebraban estos ágapes como una muestra de amor fraterno. Era como compartir un costillar, pero con un toque espiritual.
El encuentro culinario que dio origen al ágape en Josa
Para entender el ágape en Josa, es necesario retroceder unos meses en el tiempo. Montse Ferrer, una experta en conectar personas, logró reunir en la borda del Camader de Estamariu a Diego Alías y Martí Gozalbo, chef y jefe de cocina respectivamente, del famoso restaurante Ca l’Amador de Josa. También se unió al encuentro el reconocido cocinero Mariano Gonzalbo, del restaurante Lo Paller del Coc de Surp.
Este encuentro entre Alías, Gozalbo y Gonzalbo, que tuvo lugar en la montaña del Urgellet, fue el punto de partida para el ágape en Josa. La chispa de la creatividad culinaria se encendió y se materializó en un evento único: una comida colaborativa entre los genios de Josa y Surp. Esta reunión fue una manifestación de la transversalidad pirenaica, un encuentro entre amigos alrededor de una gran mesa.
Una comida que quedará en la memoria
La comida del ágape en Josa fue simplemente espectacular. Cada plato era una epifanía, una experiencia sorprendente para los sentidos. Los sabores exquisitos y la presentación impecable hicieron de esta comida algo inolvidable. Sin embargo, no revelaré todos los detalles, ya que mi colega Víctor Antich se encargará de escribir una crónica detallada en su momento.
Un acto de afirmación del país de la montaña
El ágape en Josa fue mucho más que una comida. Fue un acto de afirmación del país de la montaña, un reconocimiento a la riqueza culinaria y cultural de la región. A pesar de las dificultades para llegar a Josa desde Surp, la convocatoria logró reunir a personas de diferentes lugares y culturas. Pallareses, alturgellencs, andorranos, cerdans y muchos otros se unieron en torno a una mesa para celebrar la tierra y sus productos.
En Surp, con sus veintitrés habitantes, se encuentra la quesería Casa Mateu, famosa por sus quesos azules. En Josa, con sus siete habitantes, se encuentra la quesería del Serrat Gros, que abrió el camino para otras queserías de la región. Estos emprendedores, llenos de talento y pasión, representan las posibilidades y el espíritu emprendedor de la zona montañosa.
Un país lleno de posibilidades
El ágape en Josa fue un recordatorio de las infinitas posibilidades que ofrece la región. Entre montañas y quesos, entre Surp y Josa, se encuentra un país lleno de talento y emprendedores dispuestos a hacer realidad sus sueños. Este encuentro culinario fue solo el comienzo de una apoteosis que está por venir.
La comida en Josa terminó con brindis, cafés, gin-tonics y algunos cigarros encendidos. Fue un momento de paz y camaradería, donde todos pudieron disfrutar de la buena compañía y reflexionar sobre la importancia de valorar y proteger el talento local. Como dice el refrán, a la salud de los tiradores que lo yerran. Todo irá bien, y el ágape en Josa será recordado como un hito en la historia culinaria de la región.