Un Concert Singular al Palau de la Música
El 25 de marzo, el Palau de la Música se convirtió en una etapa de varios sonidos con la violinista Leticia Moreno y un cuarteto de excelentes músicos. Acompañado por el bandoneonista Claudio Constantini, el bajista doble Edicson Ruiz y el pianista Matan, ofreció un repertorio que fusionó el clásico europeo con ritmos latinoamericanos.
Una fusión inusual de géneros
El concierto comenzó con una versión para Violin y Bandoneon de la Sonata no. 4 BWV 1017 Bach, originalmente concebido para violín y llaves. Aunque la propuesta parecía prometedora, la similitud en el timbre de los instrumentos limitó el contraste del sonido. Sin embargo, el Adagio ofreció momentos de magia, con los dos instrumentos creando una atmósfera íntima que cautivó a la audiencia.
Emociones a flor de flores
Entonces la famosa Bachiana Brazileira no. 5 de Heitor Villa-Lobos hizo su aparición. El violín, asumiendo el papel de la soprano, se fusionó armoniosamente con el piano, la banda y el bajo doble, creando un equilibrio vibrante. El Aria resonó con una intensidad emocional que evocaba la nostalgia, transportando a los asistentes a un mundo sólido lleno de matices.
Un tesoro musical barroco
La primera parte del concierto terminó con la Sonata Chiquitana no. 4, una joya anónima del siglo XVIII. Esta pieza barroca, que recuerda al trabajo de Vivaldi, mostró una sinergia perfecta entre los instrumentos, destacando la habilidad del cuarteto.
Momento clave: el chacon de Bach
La segunda mitad llevó a la audiencia a un nivel más profundo con el Chacon de la fiesta por el violín solo no. 2 de Bach. Este trabajo, conocido por su complejidad, fue realizado por Moreno con una intensidad que trasciende la técnica. Su interpretación fue una experiencia meditativa, donde su rostro reflejó una profunda conexión con la música, dejando a la audiencia en un estado de ausencia y fascinación.
Cierre de la pasión: estaciones de Piazzolla
Para concluir la noche, las ‘Cuatro estaciones de Porteñas’ de Astor Piazzolla trajeron una explosión de ritmos y emociones. Moreno, con un virtuosismo admirable, compartió el escenario con el Bandoneon en una interpretación vibrante y dinámica. Cada estación cobró vida a través de una ejecución llena de fuerza y vitalidad, dejando una impronta indeleble en los asistentes.
Reflexiones finales sobre una noche inolvidable
El concierto fue un testimonio de la belleza que puede surgir de la unión de diferentes tradiciones musicales. La habilidad de Moreno y sus compañeros de tejer una narrativa sonora rica y variada dejó una impresión duradera, recordándonos el poder de la música para unir culturas y emociones.