Una Noche de Música i Passió
El 24 de febrero, el auditorio organizó un concierto excepcional de la Orquesta Sinfónica de Colonia WDR, con la participación del famoso violonchelista Pablo Ferrández y la dirección del talentoso Andrés Orozco-Estrada. Esta actuación, parte de la temporada de Ibercamera, se destacó para un programa que incluía obras emblemáticas de Beethoven, Schumann y Tchaikovsky, mostrando una comunión perfecta entre los artistas.
Beethoven: un comienzo triunfante
El concierto comenzó con la impactante apertura de Egmont, op. 84, por Beethoven. Orozco-Estrada guió a la orquesta con un dominio impresionante, combinando una fuerza dramática con momentos de delicadeza lírica. Su dirección hizo que cada instrumento, especialmente los de Wood Wind, brillan con una claridad excepcional, creando una interpretación vibrante que reflejaba el heroísmo del trabajo de Goethe.
Schanan: una música sublim
Pablo Ferrández luego asumió el papel de solista con el concierto de violonchelo en el menor, op. 129 de Schumann. Esta pieza, cargada de emociones profundas, se realizó con una fluidez que parecía unirse a Ferrández y Orozco-Estrada en un solo corazón. Su interpretación no fue pesada, pero se iluminó con un delicado lirismo, con un sonido aterciopelado que cautivó a la audiencia. El segundo movimiento fue un momento de pura belleza, con un diálogo exquisito entre el solista y el primer violonchelo de la orquesta.
Txaikovski
La sinfonía que culminó en la noche fue la sinfonía no. 5 En mi menor, op. 64 de Tchaikovsky. Orozco-Estrada mostró su habilidad como director, pintando el sonido con una paleta rica en matices y emociones. Esta interpretación fue intensa y apasionada, desprovista de sentimentalismos excesivos. Cada crescendo fue construido cuidadosamente, generando una dinámica que mantuvo a la audiencia en un estado de anticipación constante.
Un diálogo entre instrumentos
Andante Cantabile con Alcuna licenza se presentó con una inspiración especial, con un diálogo encantador entre el cuerno y el clarinete, que fue seguido por un acompañamiento de cuerda que fluía al oboe. La forma en que Orozco-Estrada se movía con gracia, como un bailarín, como dirigía, agregó una dimensión visual impresionante a su dirección.
Conclusión: una experiencia musical inolvidable
El concierto fue una demostración del poder de la Orquesta WDR de Colonia, que brillaba con un extraordinario talento musical. El Batón Orozco-Estrada se convirtió en la herramienta mágica que transformó la música en una experiencia de ensueño, dejando a la audiencia con una sensación de asombro e inspiración. Esta actuación fue, sin duda, un viaje musical que durará en la memoria de todos los asistentes.