Orígenes y adaptación a Barcelona
En 1968, en un momento de cambio, hice mi viaje a Barcelona con mi familia, compuesto por mis padres y seis hermanos. A la edad de solo trece años, dejé mi vida en León, una región minera de carbón, donde se cerraron las minas y mi padre, un transportista, no vio un futuro. Mi hermano en Barcelona nos aseguró que había oportunidades de empleo, por lo que mi padre viajó primero, aprendiendo a conducir en esta gran ciudad. Encontramos una pequeña casa en Verdun, lo que sabemos hoy como Nou Barris.
Un nuevo entorno: choque cultural y educación
Mi llegada a Barcelona coincidió con el comienzo del año escolar. Desde un entorno rural, me sorprendió la densidad de los edificios y el ritmo de la vida urbana. Estaba inscrito en una escuela de monjas, el pastor divino, que ya no existe. Mi madre, una mujer decidida, hizo todo lo posible para aceptarme, a pesar de las dificultades económicas. Allí, rodeado de colegas ricos, sentí un extraño, inmerso en un mundo desconocido. La barrera idiomática me hizo sentir aún más solo, llorando todos los días y deseando regresar a mi vida anterior.
La comunidad como fuente de empoderamiento
Mi vida comenzó a cambiar en la parroquia de San Sebastián, donde un sacerdote progresista, Manel Font, fue el catalizador para variar. Con él, mi hermano y yo descubrimos un lugar de reunión para personas como nosotros, migrantes que buscaban membresía. Ese espacio era esencial para la organización de las primeras asociaciones de vecindad de Nou Barris, dándonos una plataforma para el activismo.
Activismo e iniciativas comunitarias
El Centro Social de Roquetes fue mi primer paso en el activismo. Con el aire de la libertad disperso en 1975, creamos un espacio para la política y la cultura. Allí, nos conectamos con fábricas como el asiento, el aprendizaje de sus derechos laborales y luchas. Nuestra comunidad exigió servicios básicos como centros de salud y educación, revelando las desigualdades que vivimos en comparación con nuestros vecinos.
Protestas y luchas por los derechos
En 1973, organizamos una popular Olimpíada para exigir instalaciones deportivas, una acción que marcó el comienzo de una serie de movilizaciones que incluía protestas para la cobertura de Ronda de Dalt. Reclamamos el derecho de vivir en condiciones decentes, insistiendo en la necesidad de centros de atención primaria y otros servicios esenciales, luchando contra el abandono institucional.
La creación del popular 9 Barris de Ateneneu
Nuestra actividad culminó en la ocupación del popular 9 Barris de Ateneneu en 1977, un evento que unió a los vecinos en un esfuerzo por recuperar un espacio para la comunidad. Las asambleas callejeras fueron nuestro método de trabajo, y el Ateneo se convirtió en un centro de reuniones para diversos movimientos sociales. Nos dimos cuenta de que teníamos un poder colectivo para hacer cambios reales.
Un espacio cultural y social
Con el tiempo, el Ateneo evolucionó en un espacio cultural vibrante, organizando artistas y eventos que reflejaban las luchas sociales. Organizamos cenas, espectáculos y actividades de solidaridad que alentaron la conciencia política y la solidaridad entre los trabajadores. Fue un momento de efervescencia que llamó la atención del Ayuntamiento, que quería controlar lo que había crecido de manera autogestada.
Reflexiones sobre el presente y el futuro
Hoy, las realidades de Nou Barris son complejas. La pasividad entre los jóvenes me preocupa, especialmente frente a la crisis de la vivienda. Las luchas que enfrentamos parecen distantes, pero es esencial que las nuevas generaciones vuelvan a elevar sus voces. La historia del Ateneo es un recordatorio de la importancia del activismo y la participación comunitaria. En 2027, celebraremos cincuenta años y continuaremos defendiendo un modelo de gestión ciudadana, comprometido con nuestra comunidad y cultura crítica.