Un año de movilizaciones de estudiantes
En la primavera de 2024 marcó un momento clave, con numerosos estudiantes de varias universidades españolas que acampan en sus campus para expresar su solidaridad con Palestina y rechazar acciones violentas en Gaza. Estas acciones, que fueron interpretadas como un acto de reivindicación, buscaban principalmente la ruptura de los vínculos con instituciones y empresas vinculadas al estado de Israel.
Compromiso con la transparencia
Uno de los aspectos más destacados de estos movimientos fue la respuesta del rectorado de la Universidad de Barcelona, quien prometió revisar y reducir las relaciones con las instituciones israelíes. Este compromiso se consideró una «victoria significativa» para el campamento, quien solicitó un estudio riguroso de las empresas relacionadas con el conflicto.
Bank Santander: un jugador clave en educación y guerra
Banco Santander se presenta como el principal financiador de las universidades catalanas, acumulando un porcentaje alarmante de la deuda universitaria, que genera preocupación entre los activistas. Más de treinta grupos han lanzado una campaña para presentar los vínculos entre las universidades y este banco, así como su participación en el conflicto de Palestina.
Una red de complicidad
Los activistas han solicitado reuniones con las autoridades académicas para establecer un plan para romper todas las relaciones con Santander. La universidad ha sido un espacio donde el banco ha consolidado su presencia a través de acuerdos que van desde fondos hasta proyectos de investigación.
Inversiones controvertidas en armas
Según informes recientes, Bank Santander ha estado involucrado en la financiación de compañías de armas que proporcionan material militar en Israel. Esta situación ha sido reportada por organizaciones como el Centro Delàs, que ha revelado que el banco ha invertido miles de dólares en empresas que hacen armas utilizadas en ataques civiles.
El cost de la guerra
Las inversiones de Santander en compañías como Boeing y General Dynamics han sido especialmente controvertidas, ya que estas compañías producen armas que se han utilizado en conflictos recientes. Activistas como Toni Gómez dijeron que estas prácticas no solo cuestionan la ética del banco, sino que también reflejan un sistema educativo que se beneficia de esta complicidad.
El impacto de los boicotes académicos
La movilización de los estudiantes ha generado un efecto palpable, con una disminución significativa en las colaboraciones académicas entre las universidades españolas y israelíes. Esta reacción ha sido reconocida por las instituciones israelíes, que han alertado el impacto negativo de los boicots en su capacidad de colaborar internacionalmente.
Un cambio en la narrativa
Las acciones de los estudiantes han demostrado el potencial de un boicot organizado, inspirando a otros a seguir su ejemplo. La Universidad de Barcelona ha sido un ejemplo de cómo las presiones externas pueden modificar las políticas institucionales, con el objetivo de reducir los vínculos con las empresas que perpetúan el conflicto.
El futuro de la movilización de estudiantes
Con la campaña en marcha, los activistas mantienen su posición firmemente, exigiendo un descanso definitivo con Bank Santander. La comunidad educativa continúa explorando formas de combatir la complicidad con las violaciones de los derechos humanos, con la esperanza de generar un cambio significativo en su institución y más allá.