El paper invisible de les cuidadores
Un grupo diverso de mujeres, que cubre a las generaciones, está al frente de un combate diario para garantizar el bien de las personas con necesidades especiales. La mayoría son niños con discapacidades graves, pero también hay hermanas que han cuidado a los cuidadores. Esta red de soporte ha decidido organizarse, reclamando el reconocimiento de su esfuerzo continuo, que no cesa en vacaciones o de lunes a viernes.
La lucha contra la precariedad
Las necesidades a las que asisten son variadas, pero todas comparten un peso común: la insuficiencia de los recursos disponibles. Como señala Guillermina Sanisidro, un miembro activo de la Unión de Madres en diversidad funcional, su principal aspiración es poder ejercer su maternidad sin tener que tomar múltiples roles, como terapeutas o enfermeras. «Queremos ser madres, pero estamos obligados a hacer todo», agrega María José Tavira, quien también es parte de la organización.
Denúncia i activisme
Las mujeres de la Unión han elevado sus voces tanto en manifestaciones como en instituciones, exigiendo una corresponsabilidad pública que aún no se haya materializado. Su participación activa en la huelga del 8 de marzo es un reflejo de su descontento, enfatizando que el amor no es suficiente para satisfacer las necesidades básicas.
Una realidad de la invisibilidad
El mensaje que quieren transmitir es claro: la atención es esencial para mantener la vida. A pesar de los discursos sobre la importancia de la atención que surgió durante la pandemia, las mujeres de la Unión perciben que la realidad no ha cambiado sustancialmente. Su lucha se centra en los recursos adecuados y la atención justa, tanto en el diagnóstico como en los servicios que sus hijos necesitan.
Desafíos constantes
María José enfatiza que, desde el nacimiento de sus hijos, han tenido que luchar para acceder a los diagnósticos y la atención que a menudo son insuficientes. «Tenemos que lidiar con un sistema que no funcione», dice Guillermina, quien enfatiza que muchas madres se ven obligadas a reducir sus horas de trabajo o incluso dejar el trabajo para que puedan cuidar a sus hijos.
Falta de recursos y su impacto
Con un sistema de recursos que no satisface las necesidades, los cuidadores están atrapados en un círculo vicioso de precariedad. «Nuestros hijos son vistos como un gasto», lamenta María José, diciendo que la falta de capacitación de trabajadores que cuidan a sus hijos afecta negativamente su salud y su bien.
La realidad de la exclusión
Las madres de la Unión se encuentran con la dura realidad de la exclusión social y la negligencia institucional. «La idea de co -respuesta no existe», dice Guillermina, quien observa que muchas mujeres solo asumen la carga de atención, mientras que los hombres a menudo se desconectan. Su lucha no es solo para sus familias, sino también por un cambio estructural en la sociedad.
Reclamación de derechos
Con un sistema de servicios sociales que no satisface sus necesidades, los cuidadores reclaman derechos fundamentales. «El derecho a cuidar y tener cuidado debe ser reconocido», dicen, enfatizando que la atención no debe estar exclusivamente en las mujeres de la familia. Su demanda es clara: recursos apropiados para garantizar una vida digna tanto para sus hijos como para ellos mismos.
El futuro de la atención
A medida que se mueven en su lucha, las madres de la Unión continúan reflexionando sobre su papel en la sociedad. ‘No solo queremos ser cuidadores; Queremos poder elegir nuestro camino », concluye María José. Su activismo es un llamado a la sociedad para reconocer y valorar el trabajo invisible que realizan, y exigir un sistema que garantice los derechos de todas las personas.