Un devastador incendio asoló ayer el barrio de Campanar de Valencia, donde cerca de 140 viviendas quedaron reducidas a cenizas en menos de una hora. El trágico suceso causó la muerte de cuatro personas y numerosos heridos y desaparecidos. Las causas del incendio todavía se están investigando, pero todo apunta a una combinación fatal de tres factores: altas temperaturas, viento fuerte y material combustible de la fachada de los edificios.
Un material prohibido desde hace años
Los dos bloques de pisos afectados por el incendio fueron construidos en el 2005 por la inmobiliaria catalana Fbex, que quebró con una deuda de 500 millones de euros. La compañía, propiedad del empresario Juan Parada Henares, publicitó los inmuebles como «viviendas privilegiadas» con unas «fachadas revestidas con un material innovador de aluminio tipo alucobondo», que supuestamente era «resistente al fuego» o incluso «incombustible».
Pero la realidad era muy distinta. Según el experto que realizó el informe técnico del edificio hace unos años, Esther Puchades, la fachada contenía poliuretano, un elemento muy inflamable que se utiliza como aislante de las placas de aluminio. Este material ha sido el responsable de varios incendios en todo el mundo, como el de la Torre Grenfell de Londres (Reino Unido), que acabó con la vida de 72 personas en 2017, o el de la torre Windsor de Madrid, que ardió el mismo año en que se construyeron los edificios de Campanar, pero sin víctimas mortales.
Un fuego que se propagó a toda velocidad
El catedrático del departamento de Ingeniería Civil de la Construcción y de Proyectos de Ingeniería Civil de la Universidad Politécnica de Valencia, Antonio Hospitaler, que acudió al lugar de los hechos tras el incendio, explicó a Europa Press que la propagación por la fachada es «mucho más rápida que un fuego al aire libre» y que, de haber hecho los edificios con ladrillo, «no se habría propagado».
Hospitaler ha señalado que el Código Técnico de Edificación, que se modificó en 2006, tras el incendio de Madrid, y que ha tenido otros cambios posteriores, -después de 2017- «prevé este tipo de situaciones y que los materiales de la fachada no sean combustibles para evitar una propagación de incendios». Este experto ha añadido que la fachada tiene una «propiedad física en la que se le enganchan las llamas y, al hacerlo, suben a toda velocidad». Esto habría provocado, también, que se rompieran los cristales de las viviendas y se propague el incendio en el interior de las casas. Asimismo, el catedrático indicó que ahora es la investigación quien deberá determinar el origen, si el incendio comenzó en el interior de una vivienda, pasó a la fachada y, de ahí, al resto de la edificio, o si se originó en la misma fachada.
Un barrio en choque por la tragedia
Los edificios de Campanar fueron vendidos como uno de los más lujosos de la capital de la Comunidad Valenciana, cuyos precios alcanzaron los 300.000 euros, según ha declarado el mismo vecindario. Una cifra que entonces era muy elevada, pero que se enmarcaba en pleno boom inmobiliario. Ahora, el que ha sido hogar de 400 vecinas y vecinas se ha convertido en un esqueleto que cuenta la historia del peor incendio jamás declarado en la ciudad. Una especie de fósforo gigante que ha desprendido humo durante horas y horas y que ahora se empieza a apagar. Eso sí, dejando el rastro oscuro de las llamas que quizás esconden aún más víctimas mortales.
Otras noticias que te pueden interesar