Introducción
En un país a menudo enfrentado entre el sentimiento y la metafísica, aplicamos la lógica. En 2017, más de dos millones de ciudadanos votaron a favor del referéndum del 1-O. Posteriormente, en las elecciones convocadas por Rajoy el 21-D, más de dos millones de personas optaron por opciones independentistas. En las elecciones del pasado 12-M, el voto independentista sumó más de un millón de votos. En tan sólo siete años, la partitocracia independentista ha pasado de prometer compromiso con la soberanía del Parlament a organizar y aplicar los resultados de un referéndum vinculante, pese a perder apoyo y representación en el Parlament de Catalunya. Sin embargo, estos partidos consideran que esta situación nada tiene que ver con su propia acción política.
Responsabilidad y excusas
Desde 2017, nuestros partidos y sus líderes siempre encuentran excusas para justificar la falta de resultados. Sea un robo de cobre en Cercanías o los efectos mágicos del Espíritu Santo, siempre encuentran una forma de culpar a los demás. Hasta ahora, sólo Pere Aragonès ha dimitido, pero el resto de los líderes siguen sin asumir ninguna responsabilidad. Estos partidos no parecen preocuparse por los cientos de miles de independentistas desengañados, los referendos que no llevan a nada o las campañas electorales que acaban en nada. Todo lo que importa para ellos es su propia supervivencia política.
Los líderes y sus pérdidas
Los líderes independentistas han perdido apoyo electoral en los últimos años. Carles Puigdemont, por ejemplo, ha perdido más de 270.000 votos desde el 2017 y ha quedado en segundo lugar en las dos últimas elecciones. Oriol Junqueras, por su parte, ha perdido más de 500.000 votos. Sin embargo, estos líderes permanecen en sus cargos y no parecen dispuestos a asumir ninguna responsabilidad por los resultados electorales.
La presión sobre el gobierno central
Con la pérdida de mayoría en el Parlament y la victoria de Salvador Illa, los partidos independentistas tienen menos influencia en el Congreso y sobre Pedro Sánchez. Además, el PSOE es el partido que gestiona la amnistía, no el PSC. Esto significa que los partidos catalanes han perdido peso político y no pueden ejercer tanta presión sobre el gobierno central como antes.
El futuro de Cataluña
Sin embargo, la independencia sigue siendo un objetivo para muchos electores catalanes. Sin embargo, consideran que el actual sistema de partidos no es el adecuado para conseguirlo. Es importante entender los errores del pasado antes de emprender una nueva aventura. El abstencionismo es todavía una fuerza potente y difícil de controlar. Ahora comienza una nueva etapa política en Cataluña, y si hemos sobrevivido a otras épocas complicadas, también vamos a superar esta.
Conclusión
La realidad política en Cataluña es compleja y en constante evolución. Los resultados electorales muestran cambios significativos en el apoyo a los partidos independentistas. Sin embargo, el futuro de Catalunya todavía es incierto y depende de cómo los diferentes actores políticos y sociales afronten los retos que se les presentan. Habrá que estar atentos a los próximos eventos y ver cómo se desarrolla la situación.