Una amistad que empezó en la escuela
Tuve el placer de conocer a Rosa hace muchos años, a través de mi familia. Después, la seguí de cerca cuando estaba en la Escola de l’Esplai. Pero fue cuando era delegada de Joventut en la diócesis de Barcelona que nuestra relación se hizo más estrecha.
Una persona inspiradora
Rosa era una persona con una capacidad de escucha excepcional. Sus charlas eran siempre interesantes y me cautivaba escucharla. Tanto sus palabras como sus acciones me hacían sentir algo especial.
Una amistad que creció
Después de la Jornada Mundial de Juventud en París en 1997, tuve la oportunidad de conocerla mejor. Rosa se convirtió en una persona cercana, con la que podía pasar largos ratos charlando. Su presencia siempre era reconfortante.
Un recuerdo inolvidable
Aún recuerdo el día que me atendió, pese a estar cansada. Rosa siempre estaba dispuesta a escuchar y ayudar. Nunca tenía un no por respuesta.
Una influencia en mi vida
Rosa tuvo un impacto significativo en mi vida. Después de conocerla, empecé una relación con Ramón, con quien más tarde nos casamos y tuvimos tres hijos. Siempre hemos tenido a Rosa presente en nuestro andar.
Las cualidades de la Rosa
Quisiera destacar dos cualidades de Rosa que me impresionaron: su capacidad de escucha y su gran acogida. Siempre estaba dispuesta a escuchar y acoger a todo el mundo a su alrededor.
Una guía espiritual
Desde que Rosa nos dejó, me siento huérfana de su guía espiritual. Es difícil encontrar a alguien como ella. Sin embargo, su presencia se mantiene y la sentimos más cercana que nunca. Nos encomendamos a ella en momentos de dificultad.
Un recuerdo para siempre
Rosa siempre será una parte importante de nuestra vida. Su legado perdurará y su memoria nos acompañará siempre. Le pusimos el nombre de Rosa a nuestra primera hija como recuerdo y homenaje a ella.