Cuatro muertos, decenas de heridos y desaparecidos y un barrio arrasado por el fuego
El barrio de Campanar de Valencia ha vivido este jueves una de las peores tragedias de su historia. Un incendio de grandes dimensiones ha calcinado cerca de 140 viviendas en sólo una hora, dejando un saldo provisional de cuatro personas fallecidas y otras muchas heridas y desaparecidas. El fuego ha sido tan violento y rápido que los bomberos han tenido muchas dificultades para controlarlo y evitar que se extendiera a otros edificios.
Tres factores clave: temperatura, viento y material combustible
Según los expertos, el incendio se ha propagado con tanta velocidad por la conjunción de tres factores clave. El primero, las temperaturas muy elevadas registradas esta semana en la ciudad, que han superado los 40 grados. El segundo, el viento de poniente, que sopló con intensidad durante todo el día, llegando a rachas de 60 kilómetros por hora. Y el tercero, y quizás el más determinante, cuyo material está hecha la fachada de los dos bloques de pisos afectados, que resulta ser altamente inflamable.
La fachada contenía poliuretano, lo mismo que la Torre Grenfell de Londres
Se trata del poliuretano, un elemento que se utiliza como aislante de las placas de aluminio que recubren la fachada. Este material es muy combustible y puede provocar que las llamas se propaguen verticalmente con mucha facilidad. Así lo explicó el especialista que hizo el peritaje del edificio hace unos años, Esther Puchades, quien alertó del peligro que suponía ese tipo de revestimiento. El poliuretano ha sido ya el causante de varios incendios mortales en otros países, como el que acabó con la vida de 70 personas en la Torre Grenfell de Londres en el 2017, o el que destruyó la torre Windsor de Madrid en el 2005, sin causar víctimas.
El Código Técnico de Edificación prohíbe los materiales combustibles en las fachadas
El catedrático del departamento de Ingeniería Civil de la Construcción y de Proyectos de Ingeniería Civil de la Universidad Politécnica de Valencia, Antonio Hospitaler, quien acudió al lugar de los hechos tras el incendio, afirmó que la propagación por la fachada es «mucho más rápida que un fuego al aire libre» y que, de haberlo construido con ladrillo, «no se habría propagado». Hospitaler señaló que el Código Técnico de Edificación, que se modificó en 2006 y 2017, «prevé este tipo de situaciones y que los materiales de la fachada no sean combustibles para evitar una propagación de incendios». Este experto indicó que ahora es la investigación quien tendrá que determinar el origen, si el incendio empezó en el interior de una vivienda, pasó a la fachada y, de ahí, al resto del edificio , o si se originó en la misma fachada.
Una inmobiliaria catalana vendió los pisos como «privilegiadas viviendas»
Los dos bloques de pisos fueron construidos en el 2005 por la inmobiliaria catalana Fbex, propiedad del promotor Juan Parada Henares. En un vídeo promocional, Fbex presentó los edificios como «vanguardistas y singulares» y destacó que las fachadas estaban revestidas con un material innovador de aluminio tipo alucobondo, el cual, de rebote, calificó de «difícilmente inflamable» o directamente «no inflamable». La inmobiliaria también aseguró la «máxima calidad en materiales de construcción con unas modernas instalaciones, acabados y equipamientos» y afirmó haber realizado «controles de calidad durante todo el proceso de edificación». En su día, los pisos llegaron a valer 300.000 euros, según testificó el propio vecindario. Una cifra que entonces era muy elevada, pero que se enmarcaba en pleno boom inmobiliario y en una de las zonas más lujosas de la capital de la Comunidad Valenciana. Tiempo más tarde, la propiedad de Henares se hundía, dejando una deuda de cerca de 30 millones con administraciones públicas después de entrar en concurso de acreedores.
Un esqueleto que recuerda el peor incendio de la historia de la ciudad
Ahora, el que ha sido hogar de 400 vecinas y vecinas se ha convertido en un esqueleto que recuerda la historia del peor incendio de la historia de la ciudad. Una especie de fósforo gigante que ha desprendido humo durante horas y horas y que ahora se empieza a apagar. Eso sí, dejando el rastro oscuro de las llamas que quizás esconden aún más víctimas mortales.